CORREOS PINCHADOS



por Juan José Salinas

Un escándalo de espionaje entre periodistas miembros del Foro de Periodismo Argentino (Fopea) puso en evidencia cuan letal para la libertad de expresión y la democracia resulta que quienes tienen el deber de informar se subordinen a los grupos monopólicos.
Fopea.-Magdalena-y-Nelson-Castro
Fopea, cuyo proclamado objetivo explícito es mejorar “la calidad del periodismo” a través  de “la elevación de los estándares éticos y la defensa de la libertad de expresión”, atraviesa un escándalo de espionaje interno (hackeo y difusión pública de e–mails privados), a raíz del cual los socios espiados renunciaron en masa.
A partir de entonces, Fopea parece haberse convertido en una organización homogéneamente opositora.
Consultados para esta nota, ocho de los renunciantes acusaron a coro a la comisión directiva que preside Gabriel Michi cuando menos de  complicidad con el espionaje.

También coincidieron en apreciar que en la inmensa mayoría de casos, los comunicados de Fopea y de su Observatorio de Medios (que, no obstante, también coincidieron en apreciar como valioso) fueron funcionales a los intereses del Grupo Clarín.

Los hechos ocurrieron a fines del año pasado, pero hasta ahora no salieron publicados en ningún medio. Dicho de otro modo: por diversos motivos ni siquiera los medios públicamente enfrentados al Grupo Clarín quisieron difundirlos, acaso porque, como dice el refrán castizo, entre bueyes no hay cornadas.
Antecedentes. Durante más de un año, desde su fundación en 2003 y hasta fines de 2004, Fopea convivió con otro agonizante agrupamiento de periodistas, llamado precisamente Asociación PERIODISTAS. Que quedó muy mal herida luego de salir en defensa de la dueña de Clarín, Ernestina Herrera de Noble, en ocasión de ser ésta detenida en 2002 por el juez federal Roberto Marquevich, quién la acusó de haberse apropiado con malas artes de de dos menores, al parecer hijos de desaparecidos.

Insólitamente PERIODISTAS consideró la detención de la viuda un atentado a la libertad de expresión.
Sponsors.
Un auspiciante de Fopea es la fundación estadounidense National Endowment for  Democracy (NED) también conocida como “Fundación  de Financiación para la Democracia”. Se trata de  “la cara social de la CIA”, según la precisa definición de Stella Calloni, y ha sido ha reiteradamente denunciada por los gobiernos de Venezuela y Bolivia como financista de movimientos desestabilizadores, destituyentes e incluso abiertamente sediciosos.
“Los que reciben fondos de la NED son agentes del imperio
, afirma, concluyente, la abogada estadounidense–venezolana Silvia Golinger, coautora junto al periodista canadiense Jean-Guy Allard, del libro USAID, NED y CIA.​​

Otros auspiciantes de Fopea son las fundaciones Roberto Noble (Grupo Clarín), Ford, Knight y Avinia. También recibiría subsidios directos o indirectos de las embajadas de Estados Unidos y el Reino Unido, así como de empresas mineras con sede en Canadá.

Muchas de las actividades de Fopea se realizan en conjunto con las Universidades de Palermo y Austral, del Opus Dei.
En la primera dirige la carrera de Periodismo el periodista Pablo Mendelevich, de origen radical, quien llegó a ser responsable de la tapa de Clarín y hoy es columnista de La Nación. En la segunda es vicedecano Fernando Ruiz, el tesorero de Fopea, un supernumerario del Opus Dei a quien algunos disidentes consideran la eminencia gris de Fopea. Ruiz se formó como periodista en la factoría de Clarín y durante la dictadura integró la redacción del semanario hiperoficialista Somos.


Hackeo.
Los mensajes hackeados fueron los intercambiados a partir de abril de 2010 en un subforo originalmente de acceso restringido llamado “foro de periodistas”, creado hace aproximadamente un año por los socios de Fopea que apoyaron la sanción de la Ley de Medios Audiovisuales.
A comienzos de diciembre pasado, cuando se registró la intromisión, dicho subforo reunía a 23 “chechenos”, tal como se autodenominaron con buen humor los disidentes, quienes afirman a coro que fueron espiados por quienes llamaban  “talibanes”, “magnettizados o “clarinetes”, es decir, el sector hegemónico en la C.D. de Fopea. Que tras meterse en el subforo (aduciendo que encontraron la puerta abierta) hizo una selección de sus textos que  distribuyó entre todos los socios junto a un supuesto informe analítico de los mismos realizado por Néstor Sclauzero, periodista de Radio Rivadavia, quien en los hechos ofició de instructor para la pequeña inquisición que se desató.

Purga
. Como saldo del escándalo, renunciaron a Fopea casi 30 miembros. Lo hicieron en diciembre último 25, y luego, desgranados, el resto. Después la comisión directiva de Fopea –que también sufrió dos bajas– se abocó a llenar el vacío dejado por los dimitentes con una leva de nuevas incorporaciones.
De los 25 renunciantes iniciales, dos no participaban del subforo disidente pero fueron solidarios con los que si lo hacían por considerarlos víctimas, no sólo de espionaje, sino también del vituperio público (cuando menos, ante los demás miembros de Fopea) por parte de su comisión directiva.
Porque la C.D. de Fopea difundió, convenientemente “editadas”  las partes de aquella correspondencia que pintaban a los críticos como un grupo de “inadaptados”, tal como los calificó el “Informe Sclauzero”.



Fopea se fundó en 2003, siendo su principal animador y primer presidente el periodista Daniel Santoro, de Clarín. Y experimentó sucesivas crisis a partir de resolución 125 del Ministerio de Economía que aumentó las retenciones a las exportaciones de soja y la eclosión a fines de marzo de 2008 del llamado “conflicto del campo”, atizado por varios medios, encabezados por Canal 13 y TN.

Recurrencias.
Estas crisis siempre tuvieron como eje el enfrentamiento del Grupo Clarín con el Gobierno nacional y los reiterados comunicados emitidos por la C.D. de Fopea a favor del primero mientras permaneció en silencio cuando estalló el escándalo de Papel Prensa y tuvo una reacción pusilánime cuando ADEPA nombró director de su Comisión de Libertad de Expresión al director del diario Los Andes (Grupo Clarín) Arturo Guardiola. El mismo que durante la dictadura fue secretario de Cultura del gobierno de Mendoza.

Pero la definitiva divisoria de aguas se fue produciendo en torno al debate de la Ley de Medios Audiovisuales a causa de los muchos reparos y aún oposición numantina (por ejemplo, en lo que hace al “plazo de desinversión” (principal leit motiv del Grupo Clarín) que vehiculizó Fopea.
Así las cosas, un grupo de periodistas encabezados por el corresponsal de Telesur, Edgardo Esteban, grupo en el que también estuvo María Seoane (actual directora de Radio Nacional), se fue de Fopea en septiembre de 2009.

Esteban, ex combatiente en Malvinas (en sus memorias se basó el film “Iluminados por el fuego”, de Tristán Bauer) recordó en su renuncia que decidió convertirse en periodista “cuando volvía de la guerra en un barco que la tapas de los diarios argentinos decían que estaba hundido” y comenzó a darse cuenta “de las mentiras e hipocresías que hay en esta profesión que tanto amo”.

“Esas empresas periodísticas eran cómplices de la dictadura militar y hoy defienden una ley
(la de Medios de la dictadura) sólo para beneficio de su negocio”, remató.

Luego de la salida de este grupo, no quedó en Fopea ningún periodista que admitiera públicamente simpatizar con el Gobierno nacional. Este periodista conversó con ocho de los “chechenos” y todos negaron tanto ser kirchneristas como conocer a algún kirchnerista entre quienes se quedaron en Fopea.

Renuentes.
Entre estos entrevistados estuvieron Sebastián Lacunza y Juan Pablo Mansilla. Lacunza fue director–ejecutivo de Fopea, además de uno de los corredactores de su ahora vuelto papel mojado Código de Ética, y al momento de renunciar era “comisionado”, por lo que se convirtió en la bête noire de sus hasta entonces compañeros de la C.D… A excepción de la salteña Laura Urbano, que a pesar de no ser “chechena”, en solidaridad con él y repudio a la pinchadura del subforo checheno renunció a la C.D. y a Fopea en un mismo acto.

Lacunza trabaja en la sección Internacionales de Ámbito Financiero. Mansilla (que fue el administrador del subforo intrusado y que confirmo que sólo él podía permitir el ingreso de un extraño) en la edición electrónica del “diario Perfil” y es colaborador de Lorena Maciel en el canal Metro, del Grupo Clarín. Ambos pidieron mantener un bajo perfil y que sus empleadores y medios en los que laboran no se vieran afectados. El blog personal de Lacunza se llama La tecla asustada.
Otro entrevistado, que trabaja para el grupo Clarín, aunque más locuaz, pidió encarecidamente que ni siquiera se mencionara su nombre.

El Porteño y los indios de Formosa.
A pesar de reconocer que está convencido de que “si Mansilla no cometió un error tuvo que haber un hackeo” y a pesar también de que su propuesta de formar una comisión técnica de investigación para establecerlo fehacientemente fuera  rechazada por la C.D. de Fopea, para decepción de los “chechenos” el fundador de legendaria revista El Porteño, Gabriel Levinas, continuó  siendo miembro del foro.                                              ​


Cuando se le dice que los “chechenos” son muy críticos con él y consideran que su conducta fue zizagueante, Levinas replica que ninguno de ellos fue capaz de presentar una denuncia ante la justicia, y agrega que no puede descartarse completamente que Mansilla haya dejado accidentalmente “la puerta abierta” del foro intrusado. Por fin, remata: “Fopea puede cumplir un papel importante en la denuncia de cosas tan espantosas como la situación de los indios de Formosa bajo el gobierno de Guido Insfrán y otras muchas cosas que el kirchnerismo quiere barrer bajo la alfombra”.

¿Qué crisis?  El cronista se comunicó telefónicamente con Daniel Enz, director del semanario “Análisis” de Paraná y autor de varios libros. Prestigioso  periodista, Enz fue cofundador de Fopea y uno de los que más abogó por incorporar a la organización, inicialmente porteña, a periodistas y docentes del interior del país. “¿Crisis?¿Qué crisis? No hubo ninguna crisis”, se atajó. Y después agregó. “Ah, lo que me decís ocurrió hace mucho, en diciembre. Ya está superado. Desde entonces entró mucha gente a Fopea… Más de lo que se fueron”.
Isidoro Gilbert (ex corresponsal del diario “La República” de Montevideo, autor de libros como “El oro de Moscú” y “La Fede”, sobre la Federación Juvenil Comunista) jamás fue “checheno” y mantiene añejas amistades en la redacción de Clarín. Sin embargo, escamado de las historias de espías, renunció a Fopea en solidaridad con los radiados.

Dijo Gilbert que recibía muchísimos e–mails de los comisionados, “sobre todo de Levinas, proponiendo debates que por lo general me parecían inconducentes, por lo que a veces pensaba en irme. Pero lo que me decidió a renunciar fue que echaran a estos muchachos.”

Homogeneidad.
“Porque, si bien renunciaron, después de lo que pasó no tenían espacio para ninguna otra cosa. Hasta ese momento, había cierta heterogeneidad. Desde entonces no la hay: Fopea se convirtió en una organización homogéneamente opositora, bien antigobierno, sintetizó el veterano periodista.
Diario sobre Diarios (DsD) fue el único medio que en su momento informó que en Fopea se estaban produciendo renuncias masivas. Quien dio la noticia fue Alejandro Rodríguez Díez. Consultado, opinó que “Los grandes errores cometidos por Fopea son dos. El primero admitir figurones, periodistas–empresarios como Joaquín Morales Solá, Pepe Eliashev y Luis Majul. Y el segundo, emitir comunicados por cosas por las que no tenían por qué hacerlo, casi siempre en defensa de los intereses  del Grupo Clarín”.

Al anunciar el pasado martes 29 de marzo en su programa de radio que renunciaba a la Academia Nacional de Periodismo, Víctor Hugo Morales también arremetió contra Fopea al decir que “Cada uno de sus comunicados han tenido que ver siempre con Clarín. Sobre 57 comunicados, 11 son en defensa de Clarín”.

Interferencias.
 Efectivamente, del relato coral surge que algunos de los mojones de un descontento que fue in crescendo se encontraron en los comunicados emitidos para repudiar la presuntas interferencias a Canal 13, TNs y Radio Mitre a fines de marzo de 2009, supuestamente por parte del Gobierno (y en la negativa a rectificarlo cuando se estableció que las interferencias se habían hecho desde la península de Yucatán, en México) y en el allanamiento de Clarín por inspectores de la AFIP en septiembre de aquél mismo año, episodio que motivó el alejamiento de Esteban, María Seoane y otros periodistas.

Pero el incidente que precipitó la salida en masa de los “chechenos” tuvo lugar a raíz del editorial laudatorio (todo indica que escrito por su director, Vicente Massot) que el diario La Nueva  Provincia, de Bahía Blanca, le dedicó a la muerte del ex almirante genocida Emilio Eduardo Massera, en noviembre pasado.
Los “chechenos” le reclamaron entonces a la C.D. de Fopea que lo repudiara, pero ésta se negó diciendo que no era de su competencia pronunciarse sobre la línea editorial de ningún diario. Uno de sus argumentos fue que cuando La Nación elogió al ex general Carlos Guillermo Suárez Mason, (a) “Pajarito”, muerto en la prisión de Villa Devoto, Fopea había permanecido en silencio.
Aunque compartió el argumento de los demás comisionados, Lacunza intentó ser ecuánime y dijo que bien podía redactarse un texto que pudieran firmar tanto los periodistas miembros de Fopea como lo que no lo eran. Y a continuación se abocó a esa tarea junto a otros “chechenos”. El texto llevó el título de “Contra el negacionismo” y recordó que los crímenes de Massera y particularmente los cometidos en la ESMA, no son materia de especulación y debate, sino cosa juzgada.

Suena el clarín, mandan izar.
Puesto que el presidente de Fopea, Gabriel Michi, se había puesto a redactar un texto con ese mismo objetivo, la difusión de “Contra el negacionismo” fue para la mayoría de los comisionados como una patada en las encías. Todavía peor le ha de haber caído a la dirección de La Nueva Provincia, diario tradicionalmente ligado a la Armada y al Servicio de Inteligencia Naval (SIN), institutos que jamás repudiaron al “Almirante Cero”.

En este contexto, no parece casualidad que haya sido el editor–jefe del diario dirigido por el reivindicador de la tortura Vicente Massot (y  conspicuo “talibán” de Fopea) Abel Escudero Zadrayec, autor de un libro de anécdotas acerca del desembarco de la infantería de Marina en Malvinas (El desembarco de una primicia), quién a comienzos de diciembre haya irrumpido en tromba en “el foro de periodistas”. Lo hizo con un e–mail titulado; “Che, che, no” en el que trató a los colisteros de “ratas”, invitó a los demás fopeanos a comprobar por sí mismos “la traición” metiéndose en ese sitio y les anunció a los estupefactos chechenos que de inmediato los denunciaría ante la C.D.
El administrador Mansilla procedió a borrar todos los mensajes, pero los mismos ya habían sido copiados, bien por Escudero, bien por la C.D. que estaba al tanto de antemano. Escudero debiò sentirse muy satisfecho que quienes, como había podido comprobar, lo trataban de “cuatro de copas”.

“Juliancito” y la Stasi.
Excepto Enz, todas las fuentes consultadas coincidieron en apreciar que el sitio fue hackeado y pasado por el intruso de “cerrado” (al cual sólo se puede acceder por invitación del administrador y a través de una clave) a “abierto” (a la curiosidad de cualquiera). Incluso uno de los entrevistados recordó, suspicaz, que Escudero agradeció en uno de sus e–mails triunfales “a un tal ‘Juliancito’ por habernos desenmascarado, de lo cual deduzco que sea ese el nombre del hacker”.
También salvo Enz todas las fuentes consultadas coincidieron en apreciar que resulta evidente que los miembros de la C.D. excepto los renunciantes Lacunza y Laura Urbano tuvieron en su poder todos los e–mails intercambiados dentro del “foro de periodistas” de Yahoo varios días antes de la irrupción de Escudero en el mismo.
Se basan tanto en reconocimientos explícitos que les habría hecho el presidente de Fopea, Gabriel Michi, como en el hecho de que escasas horas después, en la noche del 2 de diciembre, Néstor Sclauzero difundió por e–mail un análisis “sui generis” de los muchos correos chechenos. Análisis que, comentó un apenado Lacunza, recuerda por su perspectiva policial a la premiada película “La vida de los otros”, sobre el espionaje cotidiano por parte de la policía política (Stasi) de la antigua República Democrática Alemana.
Parece obvio que Sclauzero no tuvo tiempo de leer todos los e–mails y redactar ese texto inquisidor en esas escasas horas. Dándose cuenta, él mismo lo inició negando haber accedido al mismo por medio de la  C.D. de Fopea: “Un colega que no forma parte de Fopea me hizo llegar un link de acceso público a un foro de Yahoo…”, escribió.


Increíble.
Tanto Escudero como los miembros de la C.D. tenían tan clara conciencia de estar obrando mal, que el presidente de Fopea, Gabriel Michi,  dijo días después que tan pronto le llegó el link que le permitía acceder libremente al “foro de periodistas” de los “chechenos”, convocó a un escribano, pagándolo de su bolsillo, para que certificara que se podía entrar a él libremente, sin necesidad de ninguna contraseña.

Elena Corvalán es la presidenta de la Asociación de Periodistas de Salta (APES) y directora de Radio Nacional en esa provincia y fue parte de los “chechenos” que abandonaron Fopea. Puntualiza que “nos hackearon las cuentas de los que participábamos de ese subgrupo, una línea interna se podría decir” y que “ese hecho me provocó una gran indignación”. Y agregó: “Me pareció que ese era mi límite y me fui, y los pronunciamientos que sacó luego Fopea terminaron de convencerme de que había tomado la decisión correcta”.
“Después de la irrupción en los e-mails del grupo que,
–destacó Elena–, eran privados (y dónde, además de importantes discusiones, se hacían bromas e intercambios jocosos)  fuimos juzgados y difamados, incluso con e–mails insultantes a algunos miembros del grupo, tanto en el foro general como por mails”, narró Víctor Arancibia, director de la carrera de Periodismo en la Universidad Nacional de Salta. “No tuvimos ninguna posibilidad de derecho a réplica más que algunas aclaraciones al foro entero de que los e–mails eran de un grupo cerrado y, por ende privado, se nos tildó de querer dinamitar el Foro. Ahí es cuando termine de decidir que no podía pertenecer a una asociación que utilizara y/o avalara el método de mentir y tergiversar contra sus mismos socios. Por lo que al día siguiente envié mi renuncia”, concluyó.


Límites y paradojas.
“Más allá del hackeo, me resulta increíble que varios socios/as de un foro dedicado a la defensa de la libertad de expresión se tomaran el trabajo de leer mails cuya privacidad era evidente al leer su contenido”, agrega la esposa de Arancibia, Alejandra Cebrelli, quien codirige con él la carrera de Periodismo en la UNAS. “Y más increíble todavía me parece que seguidamente, los copiaran, los recortaran, los hicieran circular y comentar entre otras personas y algunos socios y, peor aún, no pararan de hacerlo pese a los reiterados pedidos de quienes nos sentíamos violados en nuestra intimidad. Me di cuenta que se había pasado un límite”.

Miriam Lewin cree que “se cometieron dos delitos”. Uno, la intromisión en un intercambio epistolar privado, y otro su difusión pública. Y a pesar de que su situación no es nada fácil ya que tiene un pie en Radio Nacional y el otro en  Canal 13, dónde trabaja desde hace casi dos décadas, después de decir que no quiere hacer declaraciones, no puede con su genio:

“Es como si yo me olvidara cartas mías cerradas en el escritorio. Y que venga otro y las abra, las lea y después haga un trabajo crítico sobre ellas y lo publique. Sea una sola persona o sean dos las que consumen estas acciones, para mi son dos delitos”, razona. Y se burla de Michi y del escribano que atestiguó que podía entrar libremente al “foro de periodistas”.

“Que haya sido otro el que abrió los sobres no lo exime de abstenerse de distribuir su contenido”,  
dijo Lewin. Y agregó: “Mirá, yo había ingresado a la lista muy poco antes, así que no quedé expuesto con este módico wikileaks entre periodistas. Pero ahí mismo decidí renunciar a Fopea. Porque mi límite es el espionaje. No quise permanecer ni un minuto más en una organización que proclama defender la libertad de expresión y espía a sus miembros”.
Alejandra Cebrelli lo dijo de otra manera: “Las prácticas de los servicios secretos aplicadas gratuitamente a sus pares por los mismos que firmaron el ‘Código de Ética Periodística Argentino’ es una paradoja que pone en tela de juicio cualquier tipo de accionar o comunicación que de esta organización emane”.
Cuando se le trasmitió a Gilbert los dichos de  Lewin, asintió entusiasmado: “Es así, es así. Miriam tiene razón”.
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¿Querían romper?

Antes de que el editor-jefe del diario La Nueva Provincia irrumpiera en el “foro de periodistas” en el que debatía sus asuntos la facción “chechena” de Fopea, un “talibán” allegado a su comisión directiva, Néstor Sclauzero, difundió entre todos los miembros un abigarrado informe de ocho páginas a un solo espacio sobre los intercambios que allí se habían verificado.

Dicho informe hizo un recorte muy negativo del contenido de los e–mails intercambiados por los disidentes “chechenos” durante casi ocho meses.
“Un colega que no forma parte de Fopea me hizo llegar un link de acceso público a un foro de Yahoo al que pude ingresar yo sin ninguna contraseña”, inició su informe Sclauzero, periodista de Radio Rivadavia, cubriéndose de la comisión de sendos delitos: abrir y difundir correspondencia privada.
“Y así como lo hice yo, podría haber(lo) hecho cualquier persona (…) Era justamente un grupo abierto”, siguió atajándose Sclauzero. A pesar de ello, continuó, “constituía una enorme amenaza a la institucionalidad de Fopea”.
¿Cuál era esa enorme amenaza detectada? Que estos “inadaptados” (sic) planteaban “estrategias rupturistas, intentos de dañar a la Comisión Directiva y a Fopea”, aseguró.  
¿Cómo llevaban a cabo su supuesta acción deletérea los “chechenos”?

 “… intentando marcar la agenda de toda Fopea con sus posicionamientos”, afirmó Sclauzero.
¿Perdón? ¿No es eso, exactamente, hacer política?
Sclauzero acusó a los “chechenos” de hacer política.
El deber de informar. Como ya se dijo, la bestia negra del “Informe Sclauzero” es Sebastián Lacunza, al que acusa de traición por estar en la comisión directiva de Fopea al mismo tiempo que lideraba la disidencia. Lo que deja claro que su autor no puede siquiera concebir la existencia de corrientes internas.
“Utilizó (Lacunza) su lugar en la C.D. para trasmitir información sobre las discusiones internas o anticipando lo que se va a resolver allí (privilegiando a este grupo por sobre todo el resto de los socios de Fopea, que nos enterábamos mucho después) e intentando marcar la agenda de toda Fopea con sus posicionamientos”, señaló su informe con un inocultable dejo de envidia.
Y es que Sclauzero no consiguió sofocar un elíptico reproche a sus jefes a causa de que él y otros fieles “talibanes” se enteraban mucho después –o nunca– de lo que ellos se traían entre manos.
Así las cosas, la acusación termina siendo un elogio. Porque en su amplio paréntesis Sclauzero reveló que Lacunza mantenía muy bien informados a los disidentes, mientras la mayoría de los “comisionados”, en cambio, no condescendía a informar a sus seguidores, a los que solían mantener en ayunas.
En contraposición, señaló, Lacunza era tan eficiente que hasta les anticipaba a los suyos que resoluciones habría de tomar la comisión directiva dentro de la cual era minoría.


Chismes.
El Informe Sclauzero reporta que, en sus intercambios, los “chechenos” se mofaban de los directivos y otros miembros conspicuos de Fopea. Que, por ejemplo, llamaban  “hombre corcho” al presidente Gabriel Michi, y “comisario político” y “hombre que habla parado” a Daniel Santoro, al parecer por su tendencia a ponerse de pie y pontificar.
Es cierto que en su subforo, los “chechenos” insultaban a los “talibanes”. Por ejemplo llamando “boludo importante”, “pelotudo” o incluso algo peor a alguno. Lo que indica que creían a machamartillo que sus comunicaciones eran y se mantendrían estrictamente privadas.
Del mismo modo, convertido en sumariante, Sclauzero reputó como “denigrantes” los comentarios acerca de que tal periodista se tiñe el pelo, y como “sexistas” a otros, de mal gusto, vertidos sobre una célebre pareja de periodistas emblemáticos de Canal 13 y Clarín. Pero evitó comentar que el procaz recibió de inmediato los reproches de otros coliseteros y colisteras.

Comiéndose al caníbal.
Es paradójico que el Informe Sclauzero acuse a los “chechenos” de… “violaciones a correos privados” por glosar o hacer “copy & paste” de e–mails de tres socias de Fopea ajenas a su subforo al mismo tiempo que “ventiló” los de más de 23 que participaban del subforo.

Como prueba de este supuesto desprecio, el Informe cita esta frase de un “checheno” no identificado: “No me quiero imaginar el rol que cumplirían algunos de los fopeanos en caso de dictadura”, frase que se agiganta como una sombra chinesca a la luz de lo ocurrido.
En cuanto a los supuestos movimientos sediciosos de los “chechenos”,  el informe dice bajo el subtítulo “Mensajes y movimientos contra la C.D”, que al analizarse los e–mails disidentes se detectaron “intentos de generar sospechas contra la conducción de Fopea”… pero no puntualiza en qué habrían consistido esos supuestos intentos.
Seguidamente y debajo del subtítulo “Estrategias rupturistas y de otras índoles”, asegura que los hubo…  sin hacer ninguna precisión ni volver luego a referirse a los supuestos intentos secesionistas.
Por el contrario, destacó la obviedad de que los “chechenos” estaban embarcados en “el armado de líneas internas”; que generaban “comunicados paralelos” a los de la C.D. (en obvia referencia al repudio al masserismo explícito de La Nueva Provincia) y que otra de las “estrategias” chechenas había consistido en “dar su aval a potenciales socios que se ubiquen cerca de sus pensamientos”.
Esto es: los acusó de hacer proselitismo. Y de tratar de ganar posiciones dentro de la organización, no de querer romperla.
“Ganar la conducción”. Citando a Lacunza, el Informe Sclauzero lo acusa de querer “tomar la Bastilla” y de una larga serie de otros supuestos pecados, entre ellos el de manifestar “su intención de incorporar socios que piensen como ellos” (sic).
Por fin, destina sus últimas tres páginas a dar “Algunos ejemplos rupturistas” (tal el subtítulo)  que no son tales.
El primero que da es que al generar el documento “No al negacionismo” en repudio a la defensa de la figura del finado ex almirante Massera que había hecho “La Nueva Provincia”, uno de los “chechenos” escribió que “así les hacemos pagar (en obvia referencia a la C.D. de Fopea) un costo político a quienes optan por el silencio pusilánime”.
Otro supuesto ejemplo de la voluntad rupturista de los disidentes sería, según el informe, que uno de ellos planteó no dar pretextos para que los “talibanes” pudieran “criminalizar nuestra resistencia a los otrora enfurecidos clarinetes, devenidos mágicamente en periodistas preocupadísimos por los problemas de los indígenas formoseños”.
El Informe incurre en el sinsentido y el oxímoron al señalar como ejemplo de voluntad rupturista que uno o una de los disidentes barruntó que quizá “en una primera instancia haya que armar una lista sólo para perder, para plantar un mojón”.
O que otro (o el mismo) se preguntara retóricamente: “Sirve que sigamos en Fopea o es inútil?”  Para a continuación responder que “En este marco de pronta derrota del Grupo (Clarín) y otros sectores afectados directamente por la nueva etapa (…) debemos actuar en dos frentes; por un lado, impedir que F(opea) desbarranque hacia el lado de Joaquín Magnetto (sic). Por el otro, consolidar nuestro espacio checheno para intentar ganar la conducción de la C.D.”.

Renuncias en bloque.
¿Y las supuestas maniobras rupturistas? El Informe Sclauzero no describe ninguna.  Apenas consigna frases de decepción ante una cada vez mayor dependencia de los grupos monopólicos. Por ejemplo: “me cuesta muchísimo compartir una organización con Morales Solá”. O “Fopea últimamente no me motiva nada”. O “No quiero estar en la misma nómina de miembros que M. Solá y Eliaschev”. O “me preocupa la magnettización del Foro. Esto de que formemos parte de un colectivo dónde se haga pasar el periodismo por los empresarios relacionados con crímenes de lesa humanidad, es demasiado”. O “no me parece bien correrse y dejarle a estos impresentables semejante espacio”.
La única frase de la más pura ortodoxia maquiavélica que logró recopilar Sclauzero a favor de su hipótesis fue que “La política (…) no sólo es una cuestión de sumas, sino también de multiplicaciones y divisiones”.
Lo cierto es que todo indica que, luego de leer los correos de los disidentes “chechenos” y comulgar con el Informe Sclauzero, el grueso de la C.D. de Fopea, lejos de intentar evitar una ruptura, procedió a una purga, a una amputación, empujando a los “chechenos” a renunciar a Fopea.
Pero la la C.D. de Fopea lo niega, y su presidente, Gabriel Michi, dice, repite y reitera que “los que se fueron se quisieron ir, todos presentaron la renuncia, nosotros queríamos que se quedaran, queríamos debatir con ellos en un marco de respeto”.

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Michi: “Los chechenos querían romper Fopea. Pero igual lamento sus renuncias”

El presidente de Fopea, Gabriel Michi, repite como un mantra que el acceso al “foro de periodistas” de Yahoo (dónde intercambiaban puntos de vista y chascarrillos los disidentes) era libre e irrestricto. Y aunque asegura que al ingresar al mismo se encontró con una conspiración para “causar daño y romper” la organización, terminó diciendo que la renuncia en bloque de los disidentes constituyó “una pérdida” de “gente muy valiosa a la que respetamos y queremos”.
La entrevista tiene lugar en un bar de Palermo junto a Radio América, dónde el presidente de Fopea, Gabriel Michi, tiene un programa. Dentro de Fopea, Michi es una rara avis, ya que trabaja en un medio afín al gobierno, el diario Tiempo Argentino. Con cuyo editor Sergio Szpolsky, parece llevarse de parabienes.
En ese mismo diario hay una periodista de cara angelical que se quedó de una pieza cuando necesitó pedir una visa en la Embajada de los Estados Unidos, y lo primero que le preguntaron (para agilizar el trámite) fue si era de Fopea.

El cronista le informa de entrada a Michi que se centrará en el escándalo de espionaje sobre el foro que hace un año armaron para conversar entre sí los socios de Fopea que acordaban con la Ley de Medios Audiovisuales y eran muy críticos con la influencia que el Grupo Clarín tiene en su comisión directiva. Disidentes que se llamaban a sí mismos “chechenos” y trataban de “talibanes” a los miembros de la comisión directiva excepto a Sebastián Lacunza, a quien llamaban “nuestro Mascherano” en dicho cuerpo.
“Era un foro de acceso público”
, interrumpe Michi. Lo repetirá alrededor de veinte veces durante la hora y media que durará la conversación. Y hablará casi diez veces de la necesidad de que en las empresas periodísticas rija un código de ética, una vieja iniciativa de Fopea (también el diputado Héctor Recalde, abogado de la CGT impulsa un proyecto de ley con el mismo objetivo).

El cronista le dice que le resulta evidente que él conoció el contenido de los e–mails intercambiados en lo que llama “el foro paralelo” con antelación al 2 de diciembre, fecha en que Abel Escudero irrumpió e interrumpió las amigables “conversaciones” que allí se verificaban, advirtiéndoles airadamente a los tertulianos que seguidamente los denunciaría ante la  comisión directiva de Fopea.
También le recuerda a Michi que ya admitió anteriormente que pudo acceder varios días antes de este episodio, pero que no dijo cuantos.
“Fue un poco antes”, responde Michi. Y calla.
–…
“Tres o cuatro días antes”,
precisa con desgana.
“¿Cómo te llegó?”, pregunta el cronista.
“Por una infidencia”, responde.
“Qué raro. Entrevisté a varios ‘chechenos’ y ninguno me manifestó la menor sospecha en ese sentido. En cambio están seguros de haber sido hackeados, y la mayoría establece una relación casual entre el hackeo y la anterior decisión de publicar el documento llamado ‘Contra el negacionismo’…”.
“Alguién nos avisó y nos hizo llegar el link. Pero lo único importante es que ese foro era de acceso público. Está probado con un escribano que era de acceso público. Néstor (Sclauzero) entró libremente. Podía entrar cualquiera”, se abroqueló.
“Qué raro. Porque por el lenguaje que los ‘chechenos’ usaban parece clarísimo que no esperaban que nadie ajeno ‘escuchase’ sus conversaciones…”, insistió el cronista.
“No sé qué pensarían. Quizá hayan cometido un error. Néstor te lo puede decir: tenían un nivel de secreto cero”, dice.
“Secreto cero”, dice Michi. Así se llama su blog (http://secretocero.blogspot.com/). Al finalizar la entrevista, Michi insistirá en decir que no es kirchnerista ni antikirchnerista. E instará al cronista a leer en dicho blog lo que escribió el día en que murió Néstor Kirchner.
Pero ahora, en estas primeras fintas, Michi intenta llevar la conversación al reciente pedido de Fopea de que las empresas respeten la clausula de conciencia. En rigor, una reiteración de un pedido casi idéntico formulado años atrás (el cronista se enterará después de que hay un conflicto en Perfil; que los periodistas decidieron no firmar sus notas, y que la patronal no les reconoce ese derecho) y volverá más tarde a intentar derivar la conversación hacia la necesidad de una Ley que ampare a los que se atreven a decirle que no a sus empleadores. Que no están dispuestos a mentir, por ejemplo.
Como el cronista no quiere cambiar de tema, enciende el grabado

​r.​


–¿Cómo te llegó el link para ingresar al foro checheno? ¿Por e–mail?

–No importa como me lo mandaron. Pero así pude entrar y vi que en ese foro público se atentaba contra nuestra organización, se planteaba como romper la organización… más allá de las cuestiones insultantes contra los colegas, las barbaridades que se decían sobre ellos
–Yo no vi ni escuché que ninguno quisiera romper la organización. Si que algunos analizaban la posibilidad de irse…
–Había quienes planteaban irse y otros planteaban hacer un daño, provocar una ruptura. Todo está probado.
–A mi me parece claro que lo que está claro es que querían consolidar una línea interna.
–Eso es lo de menos. En toda organización está perfecto que haya líneas internas. Desde su fundación Fopea se caracterizó por su diversidad…

–Tengo el informe de Sclauzero. Lo leí.
–Bueno, yo no sé por qué lo leíste porque eso es información privada..

–Porque me lo dieron.
–Bueno, no voy a hablar de cosas que se discutieron adentro del foro porque el foro es privado.
–El otro también era privado.
–Era público, de acceso público. Todos los que accedieron a él no necesitaron ninguna clave.
–Bueno, un hacker pudo haber hecho de caballo de Troya, suplantar al administrador y abrir las puertas y pasar el foro de privado a público.
–Nosotros lo consultamos con técnicos que nos dijeron que el único que puede modificar el estado de un foro es el administrador…
–Es lo que digo.
–A ver… Nosotros no hacemos inteligencia, somos periodistas, no laburamos de servicios (…) Se le pidió oficialmente a Yahoo que nos dijera como había sido creado ese foro y Yahoo nos contestó que no daban esa información salvo por requerimiento judicial. Y después se peritó con técnicos que nos dijeron que era imposible hacer eso… Ahora, la verdad es que no veo la necesidad de volver a discutir algo que pasó hace cinco meses… Toda la gente que se fue de Fopea renunció. Nadie la echó.

–Isidoro Gilbert, que no formaba parte del grupo, estimó que después de todo lo que pasó, no tenían más remedio que irse.
–Hoy en Fopea tenés periodistas de El Cronista, La Nación, Télam, Radio Nacional, Grupo 23, de Canal 7, de todos los medios. Hay una gran diversidad. A nosotros las
adscripciones políticas o ideológicas no nos importan. Somos un foro de debate de problemas específicos de los periodistas.

–Gilbert estima que Fopea ahora es homogéneamente antigubernamental. A mi me da la misma impresión.
–Es muy diverso. La propia comisión directiva es diversa. Hay diversidad de pensamiento.
–¿No hay un predominio de gente de Clarín?
–Eso fue así al principio porque en el nacimiento de Fopea tuvo un papel muy importante Daniel Santoro, pero después se fue equilibrando. Hoy hay casi tantos colegas de las provincias como de Buenos Aires. Y vale lo mismo el voto de quien trabaja en una radio perdida de Tartagal que el de quien escribe columnas en un gran diario de acá. Y es una organización horizontal. Las decisiones las toma la comisión directiva, pero en general lo hace en base a propuestas… La verdad es que no vi organizaciones tan horizontales como lo es hoy Fopea… En cuanto a este episodio, nosotros lo lamentamos. Pero insisto en que ninguno de nosotros (los) que ingresamos (al foro disidente) tuvimos que poner una clave…
–Bueno, pero todo indica que hasta poco antes ese lugar no había sido de acceso público…
–Pero bueno, a ver, ellos nunca probaron que no lo haya sido. Y hubo un montón de socios de Fopea que pudieron ingresar libremente y ver ese foro sin tener que usar ninguna clave.
–Ah, ¿tuvieron acceso mucho antes de que Escudero entrara?
–No sé si mucho antes. Cuando este tema explotó, hubo varios que dijeron “Yo lo ví”, “Yo lo ví”, “yo lo ví”. Y ninguno de ellos había violado nada.  (…).

–Cuando viste que podías entrar libremente a un sitio dónde había conversaciones tan escandalosas como las que descubriste en el foro checheno… Si comprobaste que
era un lugar de libre acceso, ¿Por qué se te ocurrió llamar a un escribano? No entiendo tu razonamiento…
–Porque no quería involucrar a la organización.
–¿Por eso lo pagaste de tu bolsillo?
–Totalmente. Para no involucrar a la organización. Porque como presidente tengo la responsabilidad de protegerla. Entonces me dije… a ver, lo más probable es que se trate de dar vuelta la carga de la prueba. Me dije, a ver ¿Esto es de acceso público? Lo corroboramos con técnicos, lo consulté con un abogado, y a partir de eso es que yo decidí convocar un escribano. Que certificó que era un lugar de acceso público.
–Mirá, lo que está claro es que pensaban estar participando de un intercambio privado. Porque si vas ahora y mandás un e–mail diciendo “Acabo de estar con el Pájaro que está gordo y medio boludo y me vino a hinchar con el yeite de la supuesta pinchadura al foro de los forros chechenos”, es obvio que pensás que yo no te puedo
leer… ¿No te parece?
–Es una opinión, y yo no me refiero a opiniones, hemos probado que ese foro era de acceso público. Y que ahí aparecía información reservada de la comisión directiva, información que no habíamos divulgado. Y es porque uno de ese grupo
(por Lacunza) estaba en la comisión directiva. Te insisto en que se podía acceder públicamente. Entonces… es complicado… Los técnicos nos explicaron que hay una manera de hacer un foro reservado, en el que sólo pueden escribir y hacer comentarios las personas que hayan sido autorizadas por el administrador, pero a la vez es de acceso público…
–¿Decís que eran exhibicionistas? ¿A vos te parece que el administrador del foro, Juan Pablo Mansilla, que trabaja en la edición de electrónica de Perfil, puede cometer un error tan infantil como dejar las puertas abiertas de par en par?
–No sabía que el administrador era Mansilla, nunca quedó blanqueado–, dijo Michi con una tenue sonrisa, se diría que de satisfacción.
–Dale. No esperaras que te crea….
–En ese momento no lo sabía. Me enteré después. ¿Sabés cuál es la diferencia? Incluso en mis mails privados yo no entró en descalificaciones y menos hacia la gente que me eligió presidente de Fopea tres veces. Ni utilizo expresiones agraviantes, ni tampoco entro en actitudes conspirativas.

–Puede ser que vos seas así porque te sentís cargando con una responsabilidad pública, pero la mayoría de la gente cuando habla en un ámbito privado dice cosas que nunca diría en público.
–Te repito que entramos ahí sin usar ninguna clave, y nos encontramos con las cosas que se decían ahí: insulto al colega, actitudes sexistas, discriminatorias…

–Actitudes sexistas que otros miembros reprocharon de inmediato, lo que el informe de Sclauzero no señala…
… insultos. Te insisto que era un lugar de acceso público. Nos insultaban en público.
–Lo cierto es que al irse los chechenos, se acabó la oposición interna.
–Hay mucha diversidad en Fopea. Cuando se conformó la lista que ganó, se lo hizo poniendo gente de distintos medios, de distintas geografías, de distintas posiciones.
–Pero ahora parece que kirchnerista o filo–kirchnerista no quedó ninguno.
–No voy a hacer caza de brujas. No voy a sindicar a un periodista de tal o cual cosa… Es algo que ni siquiera quiero que pase por mi mente. No corresponde que yo esté señalando a la gente por cómo piensa. Adentro de Fopea hay mucha gente que apoya al gobierno.
–No sé de ninguno. Y tampoco sé que ningún “checheno” se declarara abiertamente kirchnerista. Yo los definiría como gente que estaba a favor de la Ley de Medios Audiovisuales y que buscaban conservar equilibrio y ecuanimidad ante el enfrentamiento del Grupo Clarín con el gobierno. Si tuviera que utilizar una palabra para definirlos, diría que eran, que son progres.
–Fuimos de los primeros, junto con el Cels y Poder Ciudadano, en plantear que era necesario reemplazar la Ley de Medios de la dictadura. Y lo hicimos antes de que se empezara a hablar de eso oficialmente. Después analizamos el proyecto remitido por el Poder Ejecutivo y dijimos: ‘Bueno, en defensa de los periodistas hay que agregar esto y esto… Dijimos, por ejemplo, que a las empresas hay que exigirles que implementen un código de ética, que tengan a todos sus trabajadores en blanco, que cumplan con sus obligaciones previsionales. Estuvimos de acuerdo con el reparto de las frecuencias en tercios y planteamos que el organismo de control no debe ser gubernamental, que debe ser independiente y que se debe integrarlo por concurso (…) Para los oficialistas, Fopea está en contra de la ley, pero para el Grupo Clarín está a favor. Cada cual edita la realidad como quiere.
–No sólo no sé de ningún miembro de Fopea que se declare kirchnerista u oficialista. Tampoco conozco ningún “checheno” que lo haga.
–Te puedo asegurar que en Fopea hay mucha gente que está más cerca de tu posición que de los adversarios del gobierno.
–No parece. Porque cuando Canal 7 estuvo impedido de emitir en Mendoza por un fallo judicial, Fopea no sacó ningún comunicado.
Pedimos información y no nos la dieron. La pedimos oficialmente a través del monitor de la Libertad de Expresión, que controla las violaciones en todas las provincias y no nos la dieron…
(…)
– Suponé que te encontrás sobre un escritorio un montón de sobres abiertos con cartas adentro. No sabés quién abrió los sobres, te agarra curiosidad y las leés. Eso es una cosa. Otra es difundirlas urbe et orbi.
–Hagamos de cuenta que en un canal de televisión opositor un periodista, creyendo que no está en el aire, diga que “Al gobierno hay que hacerlo pelota”. ¿Vos pensás que la prensa oficialista no se va a hartar de mostrarlo y destacarlo?

–Lo que sé es que es mucho más grave que Macri haya dicho en el curso de una entrevista que a Néstor Kircher había que tirarlo por la ventana que si lo hubiera dicho en una conversación privada, grabada subrepticiamente. Lo público y lo privado son  registros diferentes.
–De verdad no me puedo imaginar a nadie hackeando nada. No somos tan importantes.

–Decir que el foro checheno fue siempre público atenta contra la lógica. En Google hay un servicio muy útil que rastrea si aparece en los medios el nombre que le quieras. Muchos periodistas tienen puesto sus nombres en este servicio de búsquedas para enterarse cuando son mencionados. El servicio rastrea páginas y blogs, todo. Así que si hay un sitio abierto dónde yo escribo tu nombre, “Gabriel Michi”, es muy fácil que vos te enteres enseguida…
–Yo como presidente de una organización, si estoy al tanto de una conspiración que se plantea romperla…
–¿Qué conspiración para romperla? El Informe de Sclauzero no la detalla.
–No voy a hablar sobre comunicaciones privadas. Los chechenos hablaban de romper la organización, de causarle daño. Eso está textual.
–Sclauzero no lo consigna.
–Está, fijate que está. ¿Qué tengo que hacer yo como presidente de una organización al comprobar que hay gente adentro que la quiere romper? ¿Quedarme cruzado de brazos?
–Lo que yo vi es que discutían armar una línea interna y a veces también si tenía sentido quedarse.
–Nadie los privó de debatir en el foro general. De hecho esas discusiones se dieron.
(…)
–Para nosotros (la ida de los chechenos) fue una pérdida. Es una pérdida que se haya ido gente muy valiosa a la que respetamos y queremos. No nos pone felices que se
hayan ido. Nos gusta que haya diversidad de opiniones. Ahora, vos no podés obligar a nadie a quedarse a quienes dicen permanentemente no sentirse representados… Nosotros no echamos a nadie: ellos renunciaron. Y después entró mucha gente de distintos medios y de distintas posiciones.

 

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