LA VISITA DE PUTIN Y LOS BRICS

 

Por Oscar Laborde

Vladimir Putin, el presidente ruso, visita la Argentina como consecuencia de un largo proceso de acercamiento de su país con el nuestro; que tuvo su punto de inflexión con su invitación a que Cristina Kirchner participe de la reunión de los BRICS que se realizará en Brasil en la semana que se inicia
Putin y Cris
En los próximos días, la Unasur y la CELAC, también, mantendrán encuentros de trabajo con el bloque formado por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica.

Si a esto se le suma el fortalecimiento de las relaciones comerciales con China y los consensos internacionales logrados frente al fallo de Griesa y los fondos buitre, nuestro país ha desarrollado una estrategia de inserción mundial que abre innumerables alternativas en el plano económico y geopolítico.

Una de las contradicciones que subyacen desde hace décadas en las relaciones de los Estados es entre quienes poseen recursos naturales y energéticos y quienes no; y cómo estos últimos deciden obtenerlos; si es en base a la complementación y cooperación, o apropiándoselos con cualquier excusa: Afganistán, Irak y Libia son tres buenos ejemplos de esto.

La hegemonía salvaje del capitalismo financiero y su correlato en el aparato militar norteamericano no ha generado un mundo mejor después de la caída de la URSS: cada vez se producen más armamentos, decenas de miles de civiles mueren en las guerras, países enteros terminan pagando las consecuencias de las burbujas inmobiliarias o financieras, siendo los europeos uno de los ejemplos más emblemáticos por su derechización en las últimas décadas.

La irrupción de los BRICS, que sólo comenzó como un acuerdo económico que hizo aumentar 13 veces el nivel del comercio entre los países que lo integran, ha terminado fortaleciéndose en un conglomerado geopolítico que empieza a delimitar un mundo multipolar y pone límites al expansionismo imperial.

Los acuerdos energéticos, de infraestructura y en comunicaciones (especialmente las satelitales) entre Rusia y China, y la decisión de crear un banco de reservas y crédito a futuro que deje a sus integrantes protegidos de los vaivenes de las jugadas financieras gestadas en Estados Unidos configuran un polo de referencia que recrea otra visión y otra actitud frente a los países emergentes o de menor desarrollo económico.

Paralelo a este acontecer de los BRICS (recordar que las primeras conversaciones para su concreción comenzaron en 2001), Sudamérica transitó su propio camino a la integración regional, pariendo primero la Unasur, y luego extendiendo su protagonismo hacia Latinoamérica y gestándose la CELAC. Estas nuevas institucionalidades, junto al Mercosur, consiguieron logros políticos importantes en la defensa del sistema democrático y de los Derechos Humanos, y también en la visualización de un camino de paz y reciprocidad entre las naciones hermanas.

La derecha norteamericana, la maquinaria de guerra, el capital financiero y los medios masivos de comunicación que forman parte de este conglomerado de poder, han intentado repetidamente quebrar ambos procesos. Interviniendo militarmente (África y Asia), con golpes suaves, o gestando acciones destituyentes vía nuevos actores o sectores, ya no los tradicionales generales: los parlamentos y la policía (Ecuador, Paraguay o Venezuela son tres expresiones muy claras de ello).

La convocatoria de nuestra presidenta a los mandatarios de Ecuador, Bolivia y Uruguay a que compartan la cena con el presidente ruso es una señal ineludible de que nuestro país y su gobierno entienden la importancia de la etapa y la posibilidad de enfrentar nuevos desafíos que se abren en un marco de relación más estrecha de ambos procesos, fortaleciendo la multipolaridad pero no entendida como una intencionalidad de deseos, una elaboración teórica o meros acuerdos bilaterales, sino con herramientas concretas que en definitiva favorezcan el desarrollo y la vida de los pueblos.

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Oscar Laborde

Presidente del centro de Estudios del Sur

 

​Diario Sur​


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