“PARA QUE NO COMAMOS MIERDA”


por Néstor Piccone

Luis Suarez, no había podido jugar para Uruguay en el partido que perdió con Costa Rica. Trás la derrota, los periodistas uruguayos derramaron una catarata de críticas sobre el equipo que dirigía el maestro Oscar Tabarez; no admitían haber perdido contra los ticos. Primer error: los sabelotodo no habían estudiado las posibilidades que tenía un equipo que finalmente se fue invicto de Brasil.
Seleccion
Antes de la ola privatista que en la última década del siglo pasado impuso la privatización de los Estados; los periodistas jugaban con mucha libertad y en ese ejercicio ilusorio para una profesión liberal; en los mundiales, se convertían en hinchas de los equipos nacionales.

Tras las privatización de los Medios, con la introducción del modelo monopólico que construyó un dispositivo tecno-económico-mediático, la historia cambió. La línea  editorial, dirigida por las grandes empresas que gozan de más rentabilidad que la mayoría de los estados-nación, impuso la promoción de los intereses económicos por sobre las nacionalidades. Para lograrlo insufló la vanidad de los periodistas y los puso en el cenáculo de la opinión con el mandato de formatear las mentes de los oyentes, lectores, televidentes o seguidores de las redes sociales.

Este formateo se logra a través de la construcción de un relato en el que los pueblos no deben gozar, no deben disfrutar y lo que es peor: los actores políticos, económicos o deportivos deben ser condenados en tanto no respondan a los intereses de las empresas hegemónicas y de los líderes de la valorización financiera que priorizan la reproducción de los fondos por sobre la producción.

Si no fuera por ese formateo hecho por la perversa fábrica de relatos no podríamos entender la actitud de periodistas que juegan para los fondos buitre y tampoco a los relatores o comentaristas deportivos que apelan a su mejor retórica para competir por la visión más hipercrítica frente a los partidos de la selección nacional.

En ese camino ex – jugadores de fútbol o técnicos devenidos en periodistas exhiben sus exiguos vocabularios y  condiciones discursivas aprovechando para criticar a los 23 jugadores y al equipo técnico de Alejandro Sabella. Y lo hacen sin hacerse cargo de su escasa profesionalidad ni de pasados deportivos donde no siempre jugaron como ellos pretenden que juegue la actual selección.

Argentina llegó a semifinales ganando todos los partidos, sin ir a los penales, y exhibiendo siempre una superioridad futbolística y de equipo frente a Bosnia, Irán, Nigeria, Suiza y ahora Bélgica.

Argentina se clasificó al mundial ganándole a Colombia, Chile, Paraguay, Uruguay, Ecuador entre otros.

Sin aportar ningún dato sobre la actualidad de los equipos ni aceptando la paridad que existe entre la mayoría de los seleccionados que representan a 34 países estos periodistas-comentaristas construyen triunfos que sólo se sostienen en la propia imaginación de sus mentes iluminadas. “A Irán, a Nigeria le ganamos por goleada”, “estamos varios goles arriba de ellos”. Autoritarios absolutos erigen una realidad mentirosa.

La selección tiene que “jugar como quiere Messi”, cuando hace no mucho tiempo decían que Messi jugaba bien en Barcelona y nunca había hecho nada para la selección. Se atrevieron a decir que “no canta el himno”, cuando la parte del himno que se entona no tiene letra. El problema de la selección es que “no juega en equipo” y además es “Messidependiente”. Cuando los goles lo hacen otros que no es Messi, Messi juega mal; y el que hace los goles nunca entra en el cuadro de honor del periodismo argento. Si Argentina regula el partido es por debilidad, si juega ofensivamente (con el equipo que Messi quiere) tenemos una defensa desastrosa o vulnerable.

Sabella recibe críticas despiadadas: a) no lidera al grupo, b) tocó el equipo que Messi quiere y casi perdemos (aquella vez que frente a Bosnia probó con una defensa de cinco jugadores); c) no se hace respetar por los jugadores, argumento utilizado para criticar el humor de Lavezzi. Los comentaristas nunca apelan a la autocrítica, total no pagan ningún costo.

No hace falta que trabajen para el Grupo Clarín, ni que sean hijos de Héctor Magnetto para buscar argumentos destinados a bajar la alegría de los argentinos, será porque comparten un único IBC (Centro Internacional de Comunicaciones) y allí se formatean narcisista y masturbatoriamente

No miden su responsabilidad frente a los compatriotas. No lo hacen con los fondos buitre y tampoco con la selección.

Los más perjudicados por esta actitud son los propios jugadores de

​Argentina.

Como bien dijo Lucas Biglia llorando como Luis Suarez luego del partido con Inglaterra, “nosotros  leemos todo lo que se dice.”

Por eso antes del partido con Bélgica, en el vestuario, uno de los líderes de la selección, antes de salir a la cancha arengó al grupo con esta frase: “Hoy vamos con todo para que no tengamos que seguir comiendo mierda.”

La mierda, es esa que la mayoría de los argentinos tenemos que comer todos los días con las frases de quienes hablan de derrota argentina frente a los fondos buitre o que sin ningún miramiento
(luego de cinco  triunfos consecutivos) dicen que todavía no le ganamos a nadie y que si no salimos campeones este mundial será para olvidar.

Para ellos: coprofagia, y después: ¡decime que se siente!

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