PARAGUAY: PUÑALES BAJO LAS SOTANAS



por José Antonio Vera

Con el fallecimiento, este miércoles en Paraguay, del sacerdote argentino Aldo Omar Vara, se hace muy justa la sentencia de Mario Benedetti de que “cuando un torturador se suicida, algo es algo”.


obispo paraguayo
La versión de prensa, que se hizo eco de un anuncio del Obispado de Ciudad del Este, donde se había refugiado el representante de Dios hace tres años, habla de un infarto, pero las redes se inundaron de inmediato de sospechas diversas acerca de la causa de la muerte, dado que se estaba agotando el plazo de 45 días que tenía Argentina para solicitar su extradición.

Vara, de 83 años, procesado en su país de origen por crímenes de lesa humanidad, fue Capellán del Quinto Cuerpo del Ejército entre 1971 y 1979, en uno de los períodos más sanguinarios de la tiranía cívico-militar, y “se refugió en Paraguay porque no encuentra justicia en su país”, declaró en su momento el cura Ecar Cleider, de la Parroquia Virgen del Rosario, donde cumplía arresto domiciliario desde fines de abril, por orden de un Juez paraguayo.

Identificado por víctimas del genocidio que provocó el Operativo Cóndor en Suramérica, Vara era buscado oficialmente desde el seis de agosto del año pasado, y cuatro meses después, el Ministerio Argentino de Justicia y Derechos Humanos, ofreció 12.500 dólares a quien aportara datos que facilitaran la ubicación física del sacerdote.

Bajo una orden de captura de la Interpol, es indudable que Vara gozó de complicidades diversas, de la propia iglesia y de las autoridades migratorias y policiales de Argentina, Paraguay y Brasil, al extremo que son varios los feligreses afirmando que ha continuado atendiendo confesiones diarias y oficiando misas, además de viajar con frecuencia a los países vecinos, y recibir con regularidad su salario desde el sur argentino.

Los cargos que pesaban sobre este otro pecador, eran los de “privación ilegal de la libertad, agravada por amenazas y violencias, homicidio agravado por alevosía y concurso de tres personas, como mínimo, y homicidio (desaparición forzada), e imposición de tormentos”, según el escabroso lenguaje policíaco jurídico, que el pueblo traduce como un simple torturador y criminal.

Vara gozó de la protección del Obispo Rogelio Livieres Plano, influyente personaje en ese centro de tráficos de toda índole que es Ciudad del Este, el triángulo fronterizo que une a los tres países, y fue el quién también cobijó hace más de diez años a Carlos Urrugoity, otro sacerdote argentino acusado de pedofilia y abuso de menores en su país y en Estados Unidos, a quien designó el número dos y tiene a su cargo la educación de jóvenes.

El Arzobispo de Asunción, Pastor Cuquejo, indignado por la protección a Urrugoity, propone reabrir su caso, provocando la ira de Livieres Plano, al igual que en el 2003, cuando el asunceno impulsó una denuncia por indecencia y pedofilia, al recoger el testimonio de siete adultos que confesaron haber sido abusados sexualmente cuando eran menores por el sacerdote Jorge Livieres Banks, primo del actual capo esteño, quien se sintió apuñalado y no olvida.

La Red norteamericana de Sobrevivientes Abusados por Sacerdotes, junto con religiosos suizos, han pedido a la Conferencia Episcopal Paraguaya (CEP) y al Vaticano, que le retiren la habilitación a Urrugoity, que le revoquen la facultad de ejercer el sacerdocio, “porque es peligroso, anormal y una amenaza para la sociedad”, porque en Ciudad del Este, “foco del comercio negro y de la mafia, donde continúa ejerciendo, probablemente cometa los mismos delitos de pedofilia y abusos sexuales como lo ha hecho en Penssylvania”.

Ante un numeroso público que participaba en una marcha contra el aborto y la unión de personas del mismo sexo, Livieres Plano ofreció “Contar un secreto. Hace cinco años, el Arzobispo, quien debiera ser mucho más prudente en este tema, casi fue tirado del Arzobispado acusado de homosexual”, agregando que “felizmente se va a ir, porque uno no puede tirar piedras cuando tiene techo de vidrio”.

Cuquejo, quien es esperado el próximo lunes en Asunción, tras once meses de ausencia, a causa de una hospitalización en Estados Unidos, hizo saber que “rezo por él, delante de Dios estamos en paz”, recibiendo el apoyo solidario del Consejo Presbiterial y Vicariato en asamblea convocada de urgencia este jueves y que finalizó sin conseguir unanimidad.

El Presidente de la CEP, Obispo de la Diócesis de Caacupé, declaró no estar al tanto de las acusaciones de Livieres Plano, pese a que las mismas ocupan las primeras planas de diarios y noticiosos televisivos, y que responsables eclesiásticos han recordado que el jerarca de Ciudad del Este llegó a enviar una carta al Papa Benedicto XVI denunciando que en Paraguay hay Obispos izquierdistas, que responden a la Teología de la Liberación.

El enfrentamiento entre ambos ha reabierto viejas heridas en la conservadora cúpula católica paraguaya que no sabe cómo ocultar sus devaneos y los pecadillos de algunos de sus más prominentes pastores, en ocasión que Asunción es sede de la 44 Asamblea Ministerial de la Organización de Estados Americanos (OEA), otra institución que mucho sabe de traición a los principios fundacionales y trapisondas de todo tipo.

El Gobierno de Horacio Cartes y del Partido Colorado, cuyos miembros animan las misas en coro, sin pasar jamás por el confesionario, seguramente porque los encargados temen que se caiga a pedazos por el peso de las mentiras, ha recibido una fuerte estocada de los puñales que andan debajo de las sotanas, pues la intención era mostrar un país feliz a las decenas de extranjeros que han llegado esta semana, quienes ignoran que los altos vallados que lindan su paso, fueron levantados de apuro para ocultar a los cientos de indígenas andrajosos que deambulan su miseria por los alrededores del suntuoso Hotel Bourbon, de la Confederación Sudamericana de Fútbol, donde la OEA terminará este fin de semana su cacofónica liturgia.

La atónica CEP, queriendo enmendar la plana, la está “embarrando mucho más”, a juzgar por la opinión acerca del tema de la homosexualidad en la Iglesia, del muy respetado Obispo de Misiones, Mario Melanio Medina, algo muy diferente a lo dicho por el Secretario General de la Conferencia, Adalberto Martínez, quien sostuvo que el disparador de este bochorno fueron las declaraciones de Cuquejo sobre Urrugoity.

Esto es mucho más grave, declaró a una emisora, porque se produce en momentos en que la Iglesia pide a la OEA defender a la familia y a la vida, en una cruzada encabezada por sectores conservadores contra la propuesta, presentada por Brasil en la asamblea de ministros, para que todos los Estados asuman responsabilidad en el respeto a los Derechos Humanos, a la opción sexual, y a la reafirmación de la identidad y de género.

En este escándalo protagonizado por la jerarquía católica paraguaya, hay mucho veneno fumigado por varios actores de la política y la educación en este país, empezando por el propio Estado con despliegue de abyectas posturas del Presidente de la República, cuando dice que “me cortaría las bolas si tuviera un hijo gay”, estimulando al Parlamento para que algunos Senadores hicieran gala de su ruindad de pensamiento y bajeza de alma.

Para uno, formado en la doctrina estronista y en la escuela del colonizado Ejército, “la mujer es como una perrita”, que debe estar en su casa, haciendo las tareas y mimando a su hombre, para otro energúmeno, que ahora pide protección policial por miedo a la reacción que le está llegando de carpas de “los homosexuales (que) son una lacra social, que deben ser eliminados y a los que les grito putos desde mi auto”, y un tercero que entiende que el problema de los pueblos originarios se soluciona “sacando de sus padres a las niñas y niños de corta edad, para formarlos a nuestra manera”.

ARGENPRESS.info

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