EL PROGESAR COMO OPORTUNIDAD Y LOS MITOS SOBRE LOS SUPUESTOS NI NI

 

por Emanuel Gall

Tres escenas mediáticas me llevaron a pensar en el recientemente lanzado Programa PROGRESAR. Si hay alguien que aún no se informó este plan es un estímulo de 600 pesos mensuales que se propone contener dentro del sistema educativo a los jóvenes de entre 18 y 24 años desempleados o que cobran menos del salario mínimo vital y móvil (3600 pesos) en trabajos informales. También apunta a brindar capacitación laboral para que los jóvenes se inserten en el mercado de trabajo a través del dominio de los oficios.jovenes

Como no podía ser de otra manera en el marasmo existencial posmoderno, uno se entera de la mayor parte de las cosas públicas que pasan, por los medios.

Primera
La primera invitación a expresar algo sobre el PROGRESAR la generó el oscilante bloguero Lucas Carrasco, en su actual rol de columnista radial. Fue de un tono desagradable su apreciación al parecer despojada de intenciones periodísticas, una instancia efímera y de poca monta, pero fue ilustrativa de la reacción que provocan en un amplio sector social las políticas de inclusión de los últimos años. Desconcierto, rabia, necesidad de expresar prejuicios y de estigmatizar al otro, fundamentalmente provocan eso. A caballo entre el humor sarcástico y el mal gusto Carrasco dijo que “Cristina sacó el PROGRESAR porque tiene dos hijos NI NI”. Ese tipo de afirmaciones lleva a pensar en lo incorporado que tienen algunos la categoría “NI NI” como si fuese algo práctico y de explicaciones sencillas y a mano. Desde el lanzamiento oficial del PROGRESAR fue común escuchar que estaba destinado a jóvenes vagos, con pocas o ninguna gana de trabajar y menos de estudiar. La crítica, por elevación se dirige al gobierno nacional acusado de continuar implementando medidas demagógicas y electoralistas sin impactos reales en la sociedad.

La alusión a los NI NI como simples carentes de voluntad para la auto superación y para la búsqueda de mejores condiciones de vida a través del estudio y del trabajo es una provocación intelectual interesante como para expresar algo al respecto. Es una caracterización que no se empeña en alusiones a crisis estructurales ni a procesos históricos que han modificado la fisonomía social argentina, atentando contra su propia cohesión, ni a políticas de devastación, como las que comenzaron con la dictadura y continuaron en los años 90´. Porque ahí arrancó esta historia y el caldo del cultivo de las crisis endémicas, y también de las originales salidas populistas como un modo de resolver tanta destrucción provocada por esos diseños que desguazaron las industrias nacionales y destruyeron fuentes de trabajo para millones de personas. Los impactos de esas políticas se siguen padeciendo hasta el día de hoy y cuando se habla del público objetivo del PROGRESAR no se los suele tener en cuenta en el análisis.

Se va la segunda
La segunda anécdota mediática movilizante ya se instaló en el registro de las palabras dignas y las buenas historias. Cintia fue entrevistada en Radio Nacional a propósito de su condición de seleccionada entre los inscriptos a este Programa. Tiene 23 años y un hijito de dos, Benjamín. Quería estudiar, había tenido la intención de formarse como instrumentista quirúrgica, pero cuando nació Benja no lo dudó un minuto, no estaba dispuesta a dejar al bebé al cuidado de terceros y no tenía plata para guarderías. Quería formarse y crecer pero la vida no le daba la chance en aquel momento. Con trabajos precarios y ayuda familiar se dedicó de lleno al cuidado del bebé. Aunque el cierre de puertas sería temporal. Se inscribió al PROGRESAR al otro día de su lanzamiento y en menos de una semana la llamaron para decirle que había sido aprobada su solicitud. No demoró nada en re inscribirse en la Facultad y hoy está haciendo el curso de verano para ingresantes. Sueña con quirófanos y trabajos en blanco, con salario digno y vacaciones pagas para irse con Benja a alguna playa.

Después de escuchar esa entrevista volví a pensar en los NI NI y sus múltiples connotaciones prejuiciosas y sesgadas.
Como se escapa el agua entre las manos, esas imágenes estereotipadas de chicos y chicas vagos, que no hacen nada porque no quieren y ya no tienen valores se vuelven escurridizas, pobres, un tanto ingenuas y de hecho no conducen a ninguna interpretación interesante.

Tercerita

La tercera fue el dato de la última semana: 504.752 jóvenes inscriptos en menos de un mes de lanzamiento del Plan entre los que se cuentan los 30.000 registros tucumanos. El número no solo habla de que la demanda latente estuvo bien leída, dado que el 7% promedio de desocupación general que tiene la Argentina, se triplica en la franja etaria de 18 a 24 y asciende a 19%. El número de inscriptos alcanzados también refiere que hoy organismos como la ANSES, que tiene a su cargo la conformación de padrones de beneficiarios y las inscripciones, encuentran mucho más funciones, potencialidades de gestión y capacidad operativa, que la que se imagina cuando se la define como la “caja de nuestros jubilados”. Esas cifras son las resultantes de un Estado presente y en constante transformación, hay informatización de datos y cruces de bases para generar informaciones sobre la realidad de cada ciudadano y sus necesidades específicas. Hay un Estado más capacitado para la toma de decisiones.

¿Pero para qué se pensó el PROGRESAR y qué está pasando desde que se lanzó?

Conviene poner esto en perspectiva, como una escena de una película que empezó hace años. El periodista Sebastián Premici escribió en el diario Página/12 que “este nuevo programa completa un círculo de inclusión social iniciado con las moratorias previsionales, la movilidad jubilatoria en 2008 (Ley 26.417), la recuperación de los recursos de las ex AFJP y la creación del SIPA (Ley 26.425), la Asignación Universal por Hijo en octubre de 2009 (decreto 1602/09), Conectar Igualdad (decreto 459/10), la Asignación por Embarazo en abril de 2011 (decreto 446/11) y el lanzamiento de Pro.Cre.Ar (decreto 902/12) en junio de 2012.

Una batería de propuestas destinadas a reparar derechos conculcados por las políticas neoliberales y los ¿beneficios? del libre mercado, Estados mínimos, garantes de tasas de ganancias elevadas para las empresas, desregulación de sectores clave de la economía, privatizaciones de todos los servicios públicos, extranjerización y financierización de las empresas, para generar puentes de inclusión y participación ciudadana. Un camino cuesta arriba que lleva una década y posiblemente demore algunas más en un proceso de reconstrucción de un país arruinado. En su cálculo inicial el público potencial del PROGRESAR es 1,5 millones de jóvenes, junto a la AUH representaría un 31 por ciento del universo de los jóvenes del país. Es uno de los programas más extendidos de Latinoamérica.

Dentro del grupo de sujetos de derechos se encuentran también los monotributistas sociales, los trabajadores/as de casas particulares y los trabajadores por temporadas. En todos los casos las autoridades constatarán que los inscriptos se mantengan como alumnos regulares en las instituciones educativas y que cumplan con controles médicos periódicos como requisitos para cobrar la totalidad del estímulo.

Como sostuvimos más arriba, el plan interpela a un conjunto social heterogéneo y en situaciones disímiles. Tal vez el común denominador sea, como explicó Darío Martínez, que se trata de un público “reacio –con sobradas razones– a las iniciativas estatales, lo que obliga a contar con un diagnóstico complejo de las prácticas y las subjetividades de estos jóvenes”.

Para que sea fructífero en cantidad y calidad de la transformación que promueve se hace imperioso superar la hilarante superficialidad Carrasquista para llegar a conocer de cerca y más allá de la estadística los perfiles de esos jóvenes NI NI. No para conformarse con el estereotipo, ni para estigmatizar y reforzar el círculo discriminatorio de la dinámica social sino para enfocar como Martínez “desde un análisis cultural y afirmar que se trata de jóvenes ex –ex: fueron excluidos de la escuela, en un sentido amplio, y excluidos del mundo laboral. Tuvieron un contacto esporádico, intermitente y furtivo con instituciones educativas y ámbitos informales de empleo”. Jóvenes que han intentado con la escuela mientras que esta los ha podido del peor modo, expulsándolos, no abriéndoles caminos de sentido, sin promesas de adquirir herramientas que sirvan para el futuro. Esa secuencia los ha volcado en muchos casos hacia la informalidad laboral, que al ser poco estimulante en remuneración y aprendizajes significativos también los ha expulsado por temporadas y los ha vuelto a convocar, en otras nuevas temporadas. En actividades vinculadas a la construcción, en las cosechas, en talleres precarios, en la recolección de residuos, en el rubro de la gastronomía. En todos los casos, trabajos temporarios, mal pagos, sin cobertura ni seguros sociales, sin horizontes definidos. Porque esa sentencia de que “los negros trabajan para la birra y la motito Honda Wave”, que dicen algunas consciencias bien pensantes y racistas que no saben que lo son, tiene algo de cierto y esconde mucho en simultáneo. Es muy posible que esa motivación esporádica y pasajera de conchabarse por periodos cortos nos esté hablando más de las características de nuestros mercados laborales informales y sus lógicas de acumulación capitalista, así como del enorme desafío de formalización y regulación que implica para las Democracias igualadoras, que de la voluntad y deseo de estos jóvenes concebidos solo como mano de obra muy barata. Jóvenes caracterizados por un ir y venir permanente, de adentro hacia afuera del mercado de trabajo y del sistema educativo, en un viaje no elegido y con un sentido difuso es el modo más realista de concebir el perfil de los destinatarios del PROGRESAR. En ese punto se diluye la caricatura del joven que no trabaja ni estudia. Se complejiza para sostener que, en tal caso, no trabaja y no estudia como se cree que se debería estudiar y trabajar, pero eso es otro cantar.

Darío Martínez escribió, con mucha lucidez, que “en este escenario complejo se desarrollarán las políticas del PROGRESAR, con subjetividades que será necesario reconocer con sus prácticas, sus modos de participación y formas de resolución de conflictos, que distan de los parámetros clasemedieros tipo. El esfuerzo del Estado tendrá que ser ciclópeo para restituir una confianza para generar políticas inclusivas, en especial con sujetos que el único vínculo que tienen con las instituciones estatales se da a partir de sus múltiples aparatos represivos”.

Son los jóvenes de las salidas nocturnas sin precauciones, de la inseguridad vial, de la tentación por ser reconocidos al menos en una barra brava de fútbol o por protagonizar algún que otro enfrentamiento con la policía. También los que la policía buscó para saquear y luego mando al muere exponiéndolos a represalias o a enfrentamientos entre diferentes barrios. Pero no solo, también son las adolescentes que se hacen cargo de sus bebés, siendo aún niñas ellas, o que cuidan a un abuelo o a sus padres, o cuidan bebés de familias acaudaladas por sueldos magros pero que ayudan un poco. Y también los que no pudieron fueron ayudados a incorporarse de lleno a la facultad y prefirieron un trabajo en un call center hasta que el sol aclare. El PROGRESAR debe pintarse con paletas de muchos colores y tamaños.
Además tendrá que atender la cuestión del género, porque a diferencia del masomenismo descriptivo no solo que los NI NI están conformados por jóvenes con realidades muy dispares e incomparables a priori, sino que la situación de los varones no es fácilmente asimilable a la de las mujeres de la misma gama etaria. Hay un dato de arranque que el programa deberá recoger (y actuar en consecuencia)  que informa que vivimos en una sociedad en la que el 13,1% de los nacimientos se produce entre mujeres adolescentes en quienes recae el rol del cuidado de sus bebés. Ese es uno de los factores de mayor incidencia en el abandono precoz de la escolarización obligatoria.

La periodista rionegrina Susana Yappert pronunció en su artículo El 63% de los “ni/ni”, son las “ni, ni” del Blog Hijas de Eva que: “Entre 2003 y 2008, se produjo una fuerte reducción de la cantidad de chicos que no trabajan, pero no se ha mejorado en igual medida y de modo significativo el dato de la deserción escolar. Es decir, hubo más trabajo (aunque 6 de cada 10 es precario o informal), pero la deserción escolar se mantiene en esas edades, fundamentalmente en segundo y tercer año de la secundaria. La escuela no puede retenerlos, no quiere o no sabe cómo hacerlo. Y si el escenario se complica, nada que agregar, sabemos quiénes son los primeros que el sistema expulsa: Mujeres, en primer lugar las que tienen hijxs o están embarazadas; y quienes menos estudios tienen”. Se calcula las mujeres duplican la proporción de jóvenes que no estudian ni trabajan respecto de los varones. O sea entre el público destinatario del PROGRESAR las mujeres duplican a los varones.

Se suma un informe del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) del año 2013 que señala que el 80% de las adolescentes que no tienen hij@s asiste a la escuela, mientras que entre las adolescentes madres esa proporción se reduce al 25%. Y más aún, al quedar embarazadas, sólo 4 de cada 10 alumnas que estaban estudiando  se mantuvieron escolarizadas hasta el séptimo mes. Por otro lado y como refuerzo de la hipótesis se comprobó que la continuidad educativa retrasa la maternidad. Hay tres veces más cantidad de adolescentes madres entre las que tienen menor nivel educativo (primario completo o menos). Desde una preocupación por la igualdad de género resulta central que el Estado promueva espacios de cuidado infantil para que la maternidad no actúe como inhibidora para la participación de las mujeres. En la formulación de una política inclusiva el cuidado de los niños no puede contraponerse a la necesidad de educarse. Las chicas deben ser incorporadas en su calidad de estudiantes y trabajadoras, no solo y necesariamente en su rol de madres o futuras madres.

Por otro lado más allá de los certificados de aptitud sanitaria el PROGRESAR debería ser una herramienta para mejorar la accesibilidad y permanencia de los y las jóvenes en el sistema de salud Sobretodo contribuir a que los varones jóvenes, asuman sus lugares y roles en los espacios de promoción, prevención y atención de la salud, además de construir una mirada basada en las responsabilidades familiares compartidas y tareas colaborativas en la economía del hogar y del afecto.

Natalia Aquilino, directora del Programa de Incidencia, Monitoreo y Evaluación de Cippec (Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento) plantea un desafío que atraviesa a todas las políticas públicas en tiempos de pro actividad estatal. La investigadora demanda un sistema de monitoreo y evaluación para el programa PROGRESAR, esto es, una estrategia que permita generar información útil y confiable sobre la marcha del programa, los resultados que logra y el impacto que vaya cosechando en el largo plazo. Aquilino agrega que esto “ayudará a determinar en qué medida constituye una política pública apropiada para abordar el problema identificado”. Un problema que colorea las políticas públicas argentinas, según la socióloga es el que expresan los resultados arrojados por un estudio reciente de Cippec que indica que, “sobre 16 programas existentes de la cartera social sólo el 43,75% de los programas y planes sociales analizados está en condiciones de producir información confiable que alimente la toma de decisiones. Sin negar los esfuerzos sectoriales que realizan los organismos de la administración pública, es indispensable que ciudadanos y administradores puedan construir juicios informados sobre los resultados de las políticas públicas”. Y añade que más allá de las buenas formulaciones y diagnósticos previos, los desafíos del PROGRESAR tienen que ver con mostrar buenos resultados y convencer a partir de indicadores medibles, “para poder demostrar su impacto social y su contribución a mejores resultados de desarrollo, que son en definitiva acompañamiento en la mejora de la calidad de vida de las familias”. Según esta mirada dos factores se vuelven condimentos básicos, la implementación de mecanismos de participación ciudadana para legitimar los resultados y el presupuesto adecuado para las áreas técnicas destinadas al monitoreo del proceso.

El PROGRESAR es una respuesta positiva a una problemática desatendida y que como el crisantemo estalla en cada esquina y toma forma a partir de múltiples expresiones en donde la educación, la salud, el trabajo y la no violencia deben recobrar su condición de derechos.

INFORMACIÓN ÚTIL

Los interesados podrán inscribirse, de manera voluntaria, en todos los niveles de escuelas públicas habilitados por la Ley de Educación. También están incluidos los programas de capacitación del Ministerio de Trabajo, organismo que ya venía trabajando en estas temáticas a través del Programa Jóvenes con más y mejor trabajo.
La Anses se encarga de controlar si los potenciales beneficiarios cumplen con los requisitos exigidos. La inscripción deberá realizarse en el sitio web del organismo, www.progresar.anses.gob.ar. Pero la coordinación general quedará en manos del Ministerio de Economía.

Bibliografía consultada

“Muchos jóvenes se decidieron a Progresar”. Página/12 – 22 de febrero de 2014
Página/12 – 22 de enero de 2014
“Cristina: Este modelo ayudó a los empresarios”. La gaceta – 22 de febrero de 2014
Progresar ¿para todas y todos? Publicado en Comunicar Igualdad, por Sandra Chaher | Publicado el 7 febrero, 2014

“Un sistema de monitoreo y evaluación para el programa Progresar”. Por Natalia Aquilino, CIPPEC | 31/01/2014 | 22:30
“Ni-ni: ¿quiénes son los beneficiarios del Progresar?”. Por Darío Martínez, El autor es becario de Conicet – Facultad de Periodismo y Comunicación Social – UNLP
“Progresar, punto por punto”, Página/12. Por Sebastián Premici

Podscast de: Radio Nacional y Radio Mitre


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