CAPITANICH Y SCIOLI LO SABEN

por Néstor Piccone

Las decisiones de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, adoptadas luego de su forzado reposo, demostraron que es la dirigente política más importante de la Argentina. La quieran, la amen o la odien, Cristina sintetiza, galvaniza el hacer político nacional.
S Y C SABEN
Cristina, que sufrió este año un diagnóstico de cáncer; que tuvo que someterse a que le abrieran: primero el cuello y luego la cabeza; está  -otra vez-  en la conducción del gobierno, aunque de manera diferente. Atacada por las más deleznables construcciones mediáticas, Cristina es una mujer que nunca leería el diario de Yrigoyen y que tampoco permitirá que ningún miembro de su gabinete se subordine a las corporaciones.

Es saludable para el país que Cristina haya optado por preservarse física y psicológicamente, impidiendo de este modo que la eterna batalla político-cultural se la llevara heroicamente puesta. Si bien no es eterna, de este modo puede incidir y  mucho para que nuestro país siga en la línea de independencia y autonomía en la que el kirchnerismo lo reintrodujo.

Pase lo que pase los Medios reducen el debate a una agenda única y los periodistas a un lado y al otro del arco ideológico entran (mos) a veces mansamente en ella adoptando sentimientos encontrados.

El 27 de octubre, en la provincia de Buenos Aires, gana Sergio Massa y la sensación es que se viene la derecha: tristeza en el kirchnerismo puro y en el silvestre (que son más que el 30 por ciento que cantan las urnas).

29 de octubre, la Corte Suprema de Justicia con la constitucionalidad de los 4 artículos que faltaban, establece que la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual es la ley más fuerte de la democracia desde Raúl Alfonsín a la fecha. Los clarinistas putean y los kirchneristas de todo pelaje celebran como si en 48 horas se hubiera dado vuelta la elección en las urnas.

Cristina demora una semana y a izquierda y derecha crece la incertidumbre. Sus voceros chocan contra la provocada incredulidad de los periodistas del régimen mediático-económico. Como contraparte ya no alcanza con 6,7, 8. Ante cada crisis los programas de Diego Gvirtz demuestran su obsolescencia como organizadores del movimiento kirchnerista.

La política, reducida a la pelea entre periodistas, comienza a flaquear. Lo que viene trasciende las barreras de las radios, las pantallas, los diarios y las revistas. Los periodistas no están para bajar línea ni organizar, aunque a veces Héctor Magnetto pareciera lograrlo y algunos profesionales legítimamente militantes del Proyecto Nacional lo intenten.

Y entonces el perrito, el pingüino, un video profesionalmente casero y los cambios de gabinete.

Todos leen en sintonía 2015. Pero se olvidan que detrás de las posibles candidaturas tiene que haber proyecto político, económico, cultural, social, propuesta de anclaje internacional, avance en la calidad del trabajo, la salud, la educación y la comunicación. Presidente ¿para qué?, ese es el tema del kirchnerismo y de la gente.

En el ranking audiovisual,Sergio Massa queda atrás de Jorge Capitanich..

Los kirchneristas puros y silvestres se recuperan pero al chaqueño le confían tanto como al Néstor Kirchner del 2003 cuando ganó con el 22 por ciento de los votos.

El PJ se tranquiliza, los cámporas como expresión de la juventud kirchnerista no utilizan sus voceros para fijar posición y la izquierda kirchnerista cavila.

Emilio Pérsico, contó  que  alguna vez Néstor Kirchner  -hablando a los movimientos sociales de Luis D´Elía, Edgardo Depetri, y Humberto Tumini- dijo que él  venía “a abrir el camino, luego se arreglan ustedes.”

Los movimiento sociales, los partidos de la izquierda del Frente para la Victoria, no pudieron demostrar que unidos y organizados podían ser una opción de poder y gestión de gobierno. El PJ siempre está y Capitanich y Daniel Scioli lo saben; como también saben que Cristina no regalará 10 años de gobierno.

En la cancha dibujada por la presidenta, luego de su operación, todos tienen una posibilidad. En el 2015, sin subestimar a los Medios, se podrá juzgar si cada uno asumió el  poder propio que necesitaba. La historia tiene un final abierto y apasionante y esto es lo más saludable de  la política post 27 de octubre.

Jorge Milton Capitanich parece convertir en realidad aquel sueño de Alfonsín,  cuando tras el Pacto de Olivos pergeñó un Jefe de Gabinete muy parecido a un Primer Ministro de las democracias europeas.


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Néstor Piccone. Periodista, licenciado en psicología. Militante de la comunicación.


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