VOTANDO POR EL ENEMIGO

 

 

Por Silvia Torres

No es casual que en los lugares con mayor concentración de ciudadanos y de servicios audiovisuales, las políticas implementadas desde el gobierno nacional y provincial hayan sido más fuertemente cuestionadas en los últimos comicios. Votando por el enemigo. 

mACRI - Massa

“Cuando el objetivo de la labor mediática no es más que la manipulación de la información para fines propios, contrapuestos a los de la comunidad, los verdaderos perjudicados no son los gobernantes, sino cada ciudadano y en especial, los más necesitados, que son los que menos les importan a los farsantes de la comunicación”, dijo en alguna oportunidad Carlos Rozanski, juez federal, presidente del Tribunal Oral Federal N° 1 de La Plata y símbolo de los juicios de lesa humanidad.

 

Estas palabras pintan claramente la situación de miles (¿millones?) de ciudadanos sometidos al bombardeo mediático de los medios hegemónicos que desempeñan la tarea de difusión, no ya periodística, con absoluta impunidad y dando cuenta de su inconmensurable poderío que incluso somete a la independencia de la Corte Suprema de Justicia, virtualmente paralizada en su indelegable obligación de dictar sentencia sobre la vigencia de una ley de la Nación y la democracia, como es el caso de la Ley de Medios Audiovisuales, sancionada y promulgada hace cuatro años, que no se aplica en sus partes sustanciales por las maniobras procesales dilatorias implementadas por el Grupo Clarín, sin que ningún estamento del poder democrático –como debiera de ser la CSJ-, defina la situación.

 

Los medios hegemónicos liderados por el grupo mencionado construyen y repiten un mensaje apocalíptico, pintando una situación caótica y desesperante que en nada se condice con la cotidianidad que vive la mayoría de las personas, que trabajan, estudian, se trasladan, pasean a lo largo y a lo ancho del país, baten récords de viajes al exterior pero que, sin embargo, no se plasma en las opiniones que vierten en la vida cotidiana, en cualquier lugar (el supermercado, la peluquería, las reuniones familiares, etc.), cuando la queja es la nota destacada, muy a pesar de que quien se queja se fue de vacaciones, cambió de auto, arregló su casa, se está construyendo una, amplió su negocio o consiguió un trabajo para sí mismo o para algún familiar y cosas por el estilo.

 

La incidencia del mensaje opositor, que se origina en la defensa salvaje y brutal de intereses particulares y exclusivos de las corporaciones, se hizo sentir en estas PASO, tal vez porque la mayoría de las personas tiene sus necesidades básicas resueltas –los datos sobre el crecimiento de la clase media, provisto por Cepal, por ejemplo, así lo determina-, lo cual marginó los mensajes y acciones del oficialismo nacional y provincial apuntando siempre a nuevas inversiones productivas, la creación de más fuentes de trabajo, la entrega de viviendas, inauguraciones de obras y servicios.

 

La manipulación informativa se dio también con el ocultamiento de los verdaderos resultados electorales que indican que, de repetirse en octubre, el oficialismo se alzaría con cuatro bancas propias más alcanzando 115, las que sumadas a otras 14 de sus aliados, lograría 129 escaños, además de otros tres o cuatro más según sus eventuales aliados. En este mismo escenario, el radicalismo sumaría unas cinco o seis bancas en el Parlamento nacional.

 

Los comunicadores estelares de los oligopolios porteños, sin embargo, construyeron la ficción de la“agonía irrefutable” y de “transición tranquila o caótica”, para definir los dos años de gobierno de Cristina Fernández de Kirchner. Conociendo el desempeño de la Presidenta a lo largo de estos diez años bien cabe la certeza de que se vienen tiempos de profundización del proyecto político, lo que seguramente será calificado como más caos para el interés de las corporaciones ávidas de recuperar el poder perdido en manos de un gobierno que no claudica ante sus impertinencias destituyentes.

 

Lo realmente dramático es que manejan la voluntad de muchos ciudadanos entrampados en lo que “dice la tele”. Convencidos de las verdades que dice la tele, votan al enemigo.

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