TRANSFORMACIONES

 

Por Silvia Torres

Es innegable el proceso de transformación ocurrido en ciudades y pueblos de la provincia de Misiones en la última década. La reforma fiscal sumada a importantes aportes nacionales produjeron los cambios urbanos, que se espera se profundicen con el plan “Más municipios, más cerca…”. Costanera.redimensionado

 

Para los propios misioneros y mucho más para visitantes que conocieron la provincia antes del profundo proceso de transformación operado en ciudades y pueblos de la provincia, es una grata sorpresa descubrir y disfrutar los grandes cambios en el desarrollo urbano.

 

Si empezamos por Posadas, la intervención de Yacyretá a partir del acuerdo alcanzado entre el ex presidente Néstor Kirchner y el ex gobernador Carlos Rovira, determinó la nueva imagen de la capital provincial, con su espectacular costanera de cara al majestuoso Paraná, con sus parques y paseos que constituyen el gran atractivo para habitantes y turistas. No sólo esto, sino que también es digno de destacarse el desarrollo urbano que la ciudad tiene hacia su periferia, con la apertura de grandes avenidas, el bay pass, los puentes sobre los nuevos lagos y el acceso sur, además de accesos pavimentados, cordones y veredas hacia los barrios que conforman lo que ya es el Gran Posadas.

 

El desarrollo urbanístico también se dio en las ciudades y pueblos del interior, tal vez como una clara señal de que la evolución no solo fue para los grandes centros urbanos, sino que también benefició a las pequeñas localidades del interior, como claro indicio de los nuevos tiempos que corren en el país y en la provincia.

 

Así, se observa a simple vista que todos tienen sus accesos parquizados, igual que las plazas y espacios verdes; que es posible que los jardines se mantengan en todo su esplendor; que los edificios para servicios públicos son flamantes construcciones prolijamente pintadas; que las escuelas, la comisaría, los Caps, el polideportivo, la Casa de la Cultura son los edificios emblemáticos del lugar; que la iluminación convierte los espacios en lugar para la presencia de la comunidad hasta altas horas de la noche.

 

Son aspectos que hacen al mejoramiento básico de la calidad de vida de las personas, que facilitan el arraigo y el amor al terruño. Es fácil ver en cualquiera de estas localidades a decenas de adolescentes congregados en los espacios públicos conversando o con sus netbooks a full en torno del riguroso tereré, a familias con niños en los juegos comunitarios, a jubilados en torno del tablero de ajedrez o con los naipes, casi como escenas de películas de mundos desconocidos en estos lugares, no hace mucho tiempo atrás.

 

Se podrá decir, sobre todo en estos tiempos electorales, cuánto falta para que la vida de los misioneros sea la ideal, especialmente porque nadie puede negar que todo estaba por hacerse en una provincia arrasada por la negligencia de tantas gestiones del pasado y el olvido de sus necesidades por parte del poder central. De lo que tampoco se puede dudar es que, en estos diez años, hubo transformaciones de gran impacto y que la continuidad de este proyecto político es el único garante de que las carencias que aún existen, puedan superarse y resolverse.

 

Precisamente, de la continuidad o no del proyecto dependerá seguir con las transformaciones que ya posicionan a Misiones como una provincia de vanguardia en el concierto nacional. Será la decisión, trascendente por cierto, que deberán tomar los misioneros en las elecciones del 30 de junio, cuando se decida cuántos legisladores renovadores para garantizar la gobernabilidad y cuántos opositores al proyecto, deberán integrar la Legislatura provincial.

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