LOS QUE PRESUMEN TENER LA PIEL DEL OSO ANTES DE HABERLO CAZADO


Emilio Marín

La derecha argentina, poco creativa, está lanzada a copiarse de la oposición venezolana. El problema es que aquí hay varios que consideran ser Henrique Capriles. Ególatras, ya presumen de una victoria que aún queda bastante lejos.todos con la sociedad rural

No siempre el amontonamiento significa fuerza y menos verdad en la lucha política. Muchas veces trasunta el temor a una derrota catastrófica; los candidatos a sufrirla deciden sumarse sin otras convicciones que su sobrevivencia.

Algo de eso hay en las operaciones de la oposición conservadora, por ahora más bien porteña y bonaerense. Ésta venía, por separado, avanzando hacia un precipicio. Y frenó al borde del cierre de la presentación de alianzas para las primarias del 11 de junio, anunciando en la Capital una mega alianza. El tiempo dirá si es mega o mini, en cuanto a los votos y sobre todo al futuro, de cara a las presidenciales de 2015 y las que ungirán nuevo jefe de gobierno en la Ciudad Autónoma.

Proyecto Sur de Pino Solanas, la porción de Coalición Cívica de Elisa Carrió, una parte de la Unión Cívica Radical con Ricardo Gil Lavedra, otra fracción de la CC con Alfonso Prat Gay, los Libres de Sur de Humberto Tumini, el Partido Socialista de Roy Cortina (FAP), el GEN y otro sector de la UCR, con Rodolfo Terragno, van a presentarse en esas primarias y según quien gane, irían juntos a la compulsa del 27 de octubre.

Se notó el pavor a ser pulverizados por separado y a la vez la infusión de algún optimismo venido de la experiencia venezolana con Capriles. Son dos fenómenos: pánico a la goleada de octubre y predisposición a probar la receta venezolana.

Los medios monopólicos Clarín y «La Nación», que venían reclamando a esa oposición un movimiento centrípeto, han saludado la novedad aunque son conscientes de cuanto falta, política y electoralmente. Uno de los mayores piropos de «Gaceta Ganadera» fue calificar a la entente de «centroizquierda» y «progresismo porteño». Ese medio atrasa quince años, aproximadamente, cuando Carrió se abría de la Alianza y Solanas insistía en la nacionalización del petróleo.

En base a conductas de estos años corresponde calificar a esta runfla de centro-derecha. Sólo desde su búnker tan extremadamente a la derecha, «La Nación» puede verlos como «centro».

Límites de la jugada

Lo de Pino, Carrió y compañía tiene varios límites.

Uno, menor, es que de esa habitación salieron espantados Víctor De Gennaro y Claudio Lozano, ex Proyecto Sur y FAP. Se dirá que tienen pocos sufragios. No les dio la cara para firmar algo que revive en rasgos generales el engañoso pacto De la Rúa-Alvarez sin su misma chance ganadora.

Otro límite es que los dirigentes del experimento no sienten el menor aprecio por sus socios. Diría Jorge Luis Borges, están unidos por el espanto, no por el amor. La prueba es que la mayor parte del tiempo se les fue -y aún no están los papeles firmados- en negociar cómo se enfrentan en dos o tres listas en las PASO y cómo se reparten las candidaturas.

Han preacordado cómo lidiar entre ellos, antes que un programa político para el trabajo conjunto.
Habrá que ver si el acuerdo se concreta en las próximas 48 horas y en tal caso, quién gana en agosto y si es que llegan más o menos enteros a la cita de octubre. Los interrogantes distan de estar despejados…

El tercer punto flojo del acuerdo es que no tiene un contenido definido. Si es por las declaraciones de los dirigentes -en los medios del grupo Clarín, por supuesto- se puede colegir que su leit motiv es pegarle a Cristina Fernández como presunto símbolo de la corrupción y la antítesis de la justicia.

Estas afirmaciones chocan con dos serios inconvenientes. Por un lado hay una buena parte de la sociedad, no será hoy el 54 por ciento como en 2011 pero sigue siendo significativa, que no comparte aquellas descalificaciones. Y por otro lado, si la consigna es «abajo la corrupción» y «basta de atropellar a la prensa y la justicia independientes» (sic), entonces no se entiende por qué los partícipes no se han unido con Mauricio Macri y sus socios del PRO, que tienen un planteo similar. Sería una debilidad intrínseca y evidente disputar por el voto cacerolero con dos vertientes separadas de aliancistas y macristas.

La provincia

La alianza está más adelantada en Capital Federal y más rezagada en Buenos Aires, donde se sabe que los primeros candidatos a diputados serían Margarita Stolbizer y Ricardo Alfonsín. Así se confirmaría que el radicalismo se ha convertido en un partido de segundo orden, no ya frente a movimientos como el peronismo sino ante astillas de su mismo palo, como el GEN o la Coalición Cívica-ARI.

En tierra bonaerense no hubo aún un entendimiento como el de los socios porteños, por lo que podría haber más de una lista en la general. Y lo que ocurra en Buenos Aires será decisivo para el resultado legislativo nacional y el conteo general, pues allí vive el 39 por ciento del padrón.

La otra pata del «centro-derecha-derecha», de Macri y Francisco de Narváez, tampoco pudo hasta hoy anunciar una buena nueva. Lo lógico sería que en ese armado el líder del PRO sea hegemónico en la Capital y que el colombiano de opacos negocios ocupe ese sitio más allá de la General Paz. El problema es que Macri no le reconoce ese lugar a quien supo ser su aliado en 2009, porque tiene en mente no sólo las legislativas próximas sino ante todo su proyección como candidato presidencial. Necesita pisar fuerte fuera del distrito porteño.

Macri no mide bien ni siquiera en la CABA, como se vio luego de las inundaciones de abril y la feroz represión policial ordenada contra el Hospital Borda.
Su ADN muy neoliberal le genera ciertos inconvenientes para llegar a componendas con posibles aliados del palo «peronista», como Roberto Lavagna en la Capital, De Narváez en Buenos Aires y José M. De la Sota en Córdoba.

Por ahora la entente Macri-De Narváez no se ha plasmado en la Capital y tampoco en la provincia, aunque las conversaciones continúan. Macri sigue poniendo en vidriera a mediocres candidatos sacados de la galera mediática, como Del Sel, Baldassi y De Angeli. De Narváez los busca entre los heridos y distanciados del kirchnerismo y el sciolismo, en intendentes tan reaccionarios como Cariglino, Posse y Álvarez.

Si el toma y daca del macrismo y denarvaísmo finalizara con éxito, querría decir que el centro-derecha tendrá dos opciones para agosto y octubre venideros. La aglutinada en torno a los dos referentes recién mencionados y a los varios más con los colores de Proyecto Sur, CC-ARI, UCR, FAP, etc.

Prueba de la práctica

Pino Solanas y Roy Cortina se ufanaron de tener la piel del oso antes de haberlo cazado. Muy orondos aseguraron tener un piso del 30 por ciento de los votos. Carrió no dijo nada, no por modesta sino porque no quiere refrescar su performance con el 1.82 por ciento en las presidenciales, cuando llegó en séptimo lugar.

¿Qué proponen esas variantes opositoras que puedan mejorar la vida de la gente?

Su objetivo semi oculto es una devaluación del 30-40 por ciento, como propuso Federico Sturzenegger, del PRO y titular del Banco Ciudad, con mayor ganancia para los exportadores y el consiguiente alza en el precio de los alimentos y productos transables.

Macri, De Narváez, Carrió y los radicales han hecho profesión de fe junto a la Mesa de Enlace Rural, la misma que reconoció por boca de Luis Etchevehere que están reteniendo los granos para no perder un 30 de por ciento. Oh casualidad, la misma proporción de la devaluación reclamada.

Todos ellos plantean una apertura de la economía según presionan la Organización Mundial de Comercio y EE UU, como demandan los negocios de potencias en crisis. En esto siguen a pie de la letra lo preconizado por «Gaceta Ganadera», cuyo editorial de ayer, «Un creciente aislamiento», afirmó: «las políticas comerciales aislacionistas del gobierno nacional sólo están debilitando la productividad y la competitividad de nuestra economía».

Incluso en asuntos donde se juegan valores más bien humanitarios y sociales, no tanto políticos, la oposición se despista y cae al abismo, como en la ley de fertilización asistida, votada esta semana. Es un problema que afecta a una de cada seis familias y la sociedad aplaudió el resultado, pero la bancada del PRO se abstuvo, instigada por Macri y las empresas de medicina privada y obras sociales. Éstas se opusieron porque deberán cubrir esa fertilización; Macri se alineó en esta trinchera anti vida, diciendo que «es una prestación muy costosa».

Cómo será de mercantilista esa concepción del PRO, que incluso legisladores suyos como Jorge Triaca, con dos hijas nacidos de fertilización asistida, también se abstuvo.

El kirchnerismo no tuvo una semana feliz, con un centenar de presentaciones judiciales contra la reforma judicial y varios fallos favorables a la corporación judicial, más los allanamientos a domicilios del polémico empresario K Lázaro Báez.

A eso se sumaron las críticas de funcionarios nacionales a Daniel Scioli, al que acusaron de «tibio», «no aguantar los trapos» y hasta hacerse el idiota, como le disparó sin nombrarlo CFK en Lomas de Zamora.

Pero aún con todas esas contras, la presidenta conserva la iniciativa política y bastante fortaleza relativa. Sus detractores, espantados, le sacan el cuero, pero no la han cazado…


La Arena

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