CRISTINA, COMO ADRIANO Y LINCOLN

 


por Néstor Piccone

“Conozco los peligros de la elección y sus posibles errores, no ignoro que la ceguera no es privativa de los afectos paternales, pero una decisión presidida por la inteligencia, o en la cual ésta toma por lo menos parte, me parecerá siempre infinitamente superior a las oscuras voluntades del azar y de la ciega naturaleza. El imperio debe pasar al más digno, bello es que un hombre que ha probado su competencia en el manejo de los negocios mundiales elija su reemplazante, y que una decisión de tan profundas consecuencias sea al mismo tiempo su último privilegio y su último servicio al Estado. Pero tan importante elección se me antojaba más difícil que nunca…” Nestor-PicconeSabiendo que no era eterno, el emperador Adriano de Marguerite Yourcenar, cavilaba sobre la necesidad de darle continuidad a la política de unidad y paz con la que había gobernado el Imperio Romano.

Dos mil trece, 2013, es un año clave en la historia del país. No todos los dirigentes, funcionarios, periodistas, intelectuales lo toman tan en serio como corresponde. Cristina, sí.
“Una generación, sin embargo, me parece poca cosa cuando se trata de garantizar la seguridad del mundo; de ser posible querría prolongar más allá esa prudente filiación adoptiva y preparar para el imperio otra etapa de la ruta de los tiempos.” Adriano no quería perdurar en el tiempo sino que la obra y el Proyecto trascendiera su vida y hasta la de su sucesor.
Esta semana, Cristina definió los afanes que movilizan su acción: lograr las condiciones que permitan, por la vía democrática (como lo ha hecho siempre) la continuidad del Proyecto. ¿Cómo lograr que un cambio de gobierno no implique una restauración neoliberal privatizadora y excluyente? ¿Cómo impedir que el recambio institucional se lleve puesta  la ampliación de derechos, la recuperación del Estado, el camino de inclusión que el kirchnerismo le imprimió a la Nación?
Abraham Lincoln, (el presidente que Steven Spielberg reconstruyó a través de la máscara de Daniel Day-Lewis) como cualquier primer mandatario que realmente pretenda gobernar sin dejarse llevar por el apriete permanente de los sectores más poderosos, se jugó la vida por una ley contracultural de época. Frente a la opción de terminar con la guerra interna o hacer votar la enmienda a la Constitución que le permitiría abolir formalmente la esclavitud optó por esta última.
Cristina, desde las convicciones que la política no le pudo hacer traicionar, toma las decisiones que  pueden darle continuidad al Proyecto Nacional y Popular. Por eso cada acción, cada palabra, está dirigida a sostener esa decisión.
Muchos de nosotros vimos como la Libertadora comenzó a erosionar todo lo construido en la década peronista y que solo el tándem Videla-Menem logró demoler. Videla en dictadura, Menem en democracia, los dos en la misma línea de entregar la soberanía nacional, la independencia económica y la justicia social. Cristina junto a Néstor cortaron con esa línea político-económica que aparecía como inevitable, que se impuso con fierros y Medios y que se proponía como el fin de la historia.
Como Adriano, a Cristina le inquieta acertar con las decisiones que le den continuidad al proyecto  no lo hace para ella, lo hace a favor de las generaciones por venir.
Para lograr la aprobación de la Decimotercer Enmienda, Lincoln utilizó todas las argucias que la democracia de 1865 le permitía. Demoró negociaciones con los enemigos, distrajo a algunos parlamentarios y mandó a convencer con buenas y también con malas artes a los más remisos. Lincoln consultaba cada decisión, hasta con su familia discutía, pero como presidente sabía que constitucionalmente hay cosas que no se pueden delegar.
Cristina y los Medios, Cristina y la Justicia, Cristina y la ampliación de derechos, Cristina y el Estado. Cristina produce tres cambios en uno. Esta semana produjo tres cambios en el gabinete que no estaban en la agenda. Son cambios de otro partido.
Con los cambios Cristina no premia ni castiga. Como en el ajedrez y en un país mediatizado al mango, Cristina juega para adentro y para afuera: da señales que podrán ser medidas en complementarias. Además  juega con las muchas piezas que tiene, que como Agustín Rossi, Nilda Garré o Juliana Di Tullio  superan ampliamente a la mayoría de los cuadros de la oposición.  Con el liderazgo más importante de la política Argentina, Cristina trabaja en clave distinta al resto de la oposición tanto la política, como las corporaciones la mediática.
Néstor Piccone. Periodista, psicólogo. Integrante de la Mesa de Coordinación de la Coalición por una Comunicación Democrática.

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