Por Vicente Battista
No es fácil cambiar de diario. El lector se acostumbra a los títulos, los modos de diagramación, las formas gráficas. Si bien leo diversos medios por Internet, mantengo la buena costumbre de desayunar junto a un diario específico, al que podríamos denominar el “periódico de cabecera”. Hacia fines de 2003 ese periódico era Clarín: todas las mañanas lo tuve junto a la taza de café con leche y la tostada con manteca, hasta que comprendí que su lectura me agriaba el desayuno.
Los medios hegemónicos de hoy se comportan del mismo modo que lo hacían los de aquella época. Tal vez por esos días ya circulaba la frase que le atribuyen a Goebbels: “Miente, miente… que algo queda”. Derrocado Perón, los que habían sido sus opositores no aceptaron ni una sola conquista social, cultural y obrera lograda en los años de su gobierno. La oposición actual, nótese, tiene el mismo comportamiento:no hay una sola medida del kirchnerismo que le parezca positiva; como los opositores del ’55, anteponen el insulto a la discusión de ideas. Ayer, Perón y Eva eran criaturas diabólicas, no en vano él había sido excomulgado, ella murió antes de recibir ese castigo. No voy a cometer la indecencia de repetir los agravios que hoy, día a día, sufren Néstor y Cristina. Hay que reconocer, sin embargo, que el clero actual es más tolerante: no excomulga a curas torturadores, tampoco a curas pedófilos.
Es hora de volver a la nota de Mario Wainfeld, a la crónica que hizo luego de su recorrido por la Plaza. No conozco personalmente a Wainfeld, leo sus textos e invariablemente comparto lo que en ellos dice; también el del domingo 26, en donde señala: “Un flaquito pelado que viene de Ensenada, acusa 35 años, con dos pibes a cuestas prodiga cariño. Y explica: ‘Soy hijo de desaparecido y éstos son hijos de la esperanza’”. Recordé a José Martí: “Hay tanto que decir, que ha de decirse con el menor número de palabras posible; eso sí, que cada palabra lleve ala y color”, dijo el poeta cubano. Las palabras del flaquito pelado de Ensenada llevan ala y color, qué duda cabe, ¿hay acaso otra manera más concluyente para definir esta década ganada?