por Rubén Emilio García
En la Argentina, salvo los expertos en economía, los demás argentinos tratamos de entender los vaivenes económicos y evitar que los errores de esos expertos en el gobierno lleven nuestros ahorros y nos dejen en la calle como a tantos compatriotas. De esos vaivenes algunos de ellos se van y no tardan en volver, así caen nuevos y viejos ahorristas, pero al ser repetitivos se deben sacar conclusiones.
Es porque las veces que se toman medidas regulatorias en el mercado, o se asumen decisiones fuera del contexto de la ley de la oferta y la demanda sin previos acuerdos o consensos, alguien gana y otro pierde. Está ocurriendo en el actual momento donde se discute que hacer con la suba del dólar y la inflación que ataca el bolsillo de los asalariados. Salen gurúes económicos a aconsejar la devaluación, otros más ajustes, o tomar medidas de mayor control, y hasta el desdoblamiento cambiario como en el 1974.
¿A qué viene lo expuestos de las decisiones económicas y la viveza criolla? Explico: En diciembre de ese año viajé a los Estados Unidos como asesor de mi amigo Emilio Errecaborde, propietario con Carlos Yuyo López de la Cabaña ganadera La Candé, productora de bovinos Brahman en Gobernador Virasoro. ¿El objetivo? seleccionar y adquirir animales en el lugar donde se originó la raza e importarlos a la Argentina, siempre que los números cerraran. Como estos resultaron favorables en marzo del siguiente año se trajeron, en un vuelo chárter y previa cuarentena, ciento treinta animales entre machos y hembras.
En aquel momento el Ministerio de Economía puso en práctica dos tipos de valor del dólar: el turístico a $3,50 por unidad de la moneda norteamericana y el dólar comercial a $2. Quiere decir que si uno salía de paseo al exterior debía invertir $3,50 por dólar, y si en cambio quería importar mercaderías pagaba dos pesos. ¿Qué hicieron pícaros importadores de Buenos Aires? Sobrevaluar la mercadería comprada en el exterior. Si valía 100 le agregaban el doble. Así reembolsaban en negro la diferencia y cambiaban lo que costó dos pesos a tres con cincuenta en Argentina. Fue tal la fuga de divisas y las pérdidas ocasionadas al país con este tipo de cambio, que en enero del 75 el gobierno de María Estela Martínez de Perón se vio forzado a prohibir toda importación considerada superflua, entre ellas la ganadera y en la volteada cayeron los animales adquiridos por La Candé.
Como se aprecia, con el tipo de cambio desdoblado ganaron muchos y perdió país, es decir perdimos los argentinos.
Ante esta situación acudimos al amigo Kiko Álvarez. Se trataba de un porteño buenazo y generoso acostumbrado a hacer favores de su propio peculio sin pedir nada a cambio. A la sazón ocupaba un alto cargo en la Nación, era nada menos que el secretario privado de la Señora Presidente de la República Doña María Estela. A él fuimos con la cuita de la compra frustrada y la imposibilidad de la importación a raíz de la prohibición. Le pedimos que nos diera una mano y quedó en estudiarlo. Sabía muy bien que en la tramoya del sobreprecio se necesitaban buenos contactos en el mundo de las importaciones y la complicidad de financieras privadas que la La Candé no la tenía. Al contrario, realizaba la operación directamente con el banco oficial de la Provincia de Misiones, pagador directo sin intervención de terceros y el garante de un negocio limpio. Al poco tiempo salió un permiso Presidencial de excepción donde permitía entrar únicamente la hacienda Brahman adquirida por la razón social Cabaña La Candé. Nadie, en el gran mundo importador, encontró explicación de cómo dos novatos llegados de un puntito de Corrientes y neófitos en el comercio internacional de animales pudieron conseguir ese milagro.
La respuesta es simple: Las cosas se hicieron correctamente. En cambio por causa de los deshonestos el país perdió inmensa fortuna, como está ocurriendo ahora con la fuga clandestina de divisas.
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* Rubén Emilio García – Veterinario
El Libertador en Línea
