QUÉ HARÁ NICOLÁS MADURO EN BRASIL


por Sergio Leo

El futuro de las relaciones entre Brasil y Venezuela, y la participación venezolana en el Mercosur serán discutidos por primera vez durante los próximos días por los presidentes Dilma Rousseff y Nicolás Maduro, que llega al país el jueves 9 de mayo. 

 Nicolas y Dilma .redimensionado
Maduro emprenderá una ronda por los países socios del Mercosur, con la excepción de Paraguay, donde el actual gobierno aún lo considera «persona non-grata», después de una tentativa más que infeliz de intervenir en los asuntos internos locales, en una reunión con militares paraguayos en Asunción, el año pasado, en la cual, como Ministro de Relaciones Exteriores de Hugo Chávez,le pidió apoyo al presidente depuesto Fernando Lugo.

Será una visita de aliento corto, sin reuniones de Ministros o acuerdos relevantes, pero de gran importancia, por revelar el tono a ser adoptado en la relación de Venezuela, socio reciente del Mercosur, con los demás países del bloque. Dilma insistirá en la necesidad del gobierno venezolano de reducir el clima de enfrentamiento con la oposición y trabajar duramente para evitar la radicalización política, tarea difícil en un país donde el nuevo gobernante y el líder de la oposición están obligados a ganar legitimidad, demostrando a los líderes que tiene pulso firme en la conducción de las
respectivas agendas.

El llamamiento por una mayor conciliación política, inclusive entre gobierno y sector privado, fue un punto siempre mencionado y nunca manifestado públicamente en los encuentros de los últimos años entre los Jefes de Estado de Brasil y de Venezuela. El propio Chávez  ya contó, en algunos de sus largos pronunciamientos públicos, que recibió de Lula el consejo de seguir el ejemplo brasileño y buscar una convivencia más agradable con las voces discordantes en el país.

Los enfrentamientos en el país desafían la acción de Brasil en Venezuela

A Brasil le interesa la estabilidad política y económica de Venezuela, no sólo por la región geográfica sino también por la creciente – a veces poco visible – integración entre los dos países. Las conexiones de Internet de banda ancha en Manaus pasan por el sistema de comunicaciones venezolano, más próximo; la energía eléctrica de Roraima viene de la hidroeléctrica venezolana de Gurí (hoy Simón Bolívar); es con los venezolanos el mayor saldo comercial de Brasil en América Latina (más de US$ 2,8 billones el año pasado y casi US$ 630 millones en el primer trimestre de 2013, a pesar de una caída de 16% en el total de las ventas brasileñas, 30% sólo en los productos manufacturados, fruto de las dificultades creadas para las empresas privadas por el régimen de cambio en el país)

En abril, al encontrarse con el Ministro de Relaciones Exteriores, Antônio Patriota, en Brasilia, el Ministro de Relaciones Exteriores venezolano, Elías Jaua, una de las estrellas del chavismo, habló sobre el interés del equipo de Maduro, después de las elecciones, en discutir con Brasil los programas de inversión para la industrialización de Venezuela, contra la dependencia absoluta de la economía del petróleo.

Brasil mantiene, en Caracas, oficinas del Ipea, para consultoría técnica; de Embrapa, para apoyo tecnológico; y de la Caixa Econômica Federal, que brindó apoyo al programa habitacional Gran Misión Vivienda, copiado del programa Mi Casa, Mi Vida brasileño.
 Los venezolanos sueñan con el apoyo del BNDES para inversiones en el país.

Para los planes del gobierno brasileño, Venezuela tiene un papel político importante en el futuro próximo: en junio, el país asume, por primera vez, la presidencia temporal del Mercosur, y, en esa condición, será responsable por la coordinación del bloque en las negociaciones de comercio previstas para el segundo semestre, con la Unión Europea y, tal vez, con Canadá. Hasta ahora, los venezolanos han mantenido una actuación discreta y, según los diplomáticos brasileños, «cooperativa» en las discusiones de comercio.

Cumplieron puntualmente las obligaciones de incorporar gradualmente las reglas del Mercosur y de la Tarifa Externa Común del bloque y ya señalaron aceptar que las negociaciones comerciales en curso sigan sin sobresaltos (los venezolanos negociarían aparte, con cronogramas de convergencia para las reglas de los demás socios). En medio de conflictos políticos internos y un enfrentamiento retórico entre gobierno y oposición, presidir el Mercosur, aún en la actual parálisis del bloque, será una prueba para los venezolanos. El gobierno brasileño, como ya hizo con otros socios, en el pasado, se ofreció para asesorar al gobierno de Maduro en la tarea.

El gobierno de Dilma no está dispuesto a manifestarse en relación a los problemas internos de Venezuela, incluso para no hacerse eco del Ministro de Relaciones Exteriores de España, José Manuel García-Margallo, que se ofreció a mediar la crisis política venezolana y recibió de Maduro un aviso para «no interferir en Venezuela» y encargarse del vergonzoso desempleo español. Un integrante del gobierno brasileño comentó con Valor que aceptar la mediación extranjera sólo debilitaría a Maduro con las bases chavistas, minando sus condiciones de estabilizar la situación política del país. Es Maduro quien debe encontrar la salida para la crisis política. La cuestión es si podrá hacerlo.

El clima de guerra política es evidente en los discursos del presidente venezolano. Durante los últimos días, él llamó «asesino» al ex-presidente de Colombia, Álvaro Uribe, a quien acusó de conspirar, con ex-Embajadores del gobierno de George Bush, Roger Noriega y Otto Reich, para asesinarlo; sostuvo no ver diferencias entre Bush y Barack Obama, a quien acusó de servir a los intereses del aparato militar-industrial, mediático y financiero, entre otras frases de efecto.

El viaje de Maduro es una prueba para las habilidades diplomáticas brasileñas. Un sueño casi imposible sería mediar una solución para la prisión del cineasta norteamericano Timothy Hallet Tracy, detenido bajo la acusación de espionaje y conspiración cuando filmaba un documental o sobre los embates político-electorales. El riesgo mayor es que, en vez de firmar su imagen como promotor de diálogos, el gobierno brasileño aloje en Brasilia la oratoria de confrontación del nuevo mandatario del Mercosur, una situación que no le traería ninguna ventaja a Brasil.

Valor Económico – Brasil

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