Por Luis Tino Sicilia
A poco mas de dos semanas de las elecciones en Venezuela se consolida en la región la certeza de que esa victoria abrió las compuertas de la revolución chavista, un movimiento de masas de alcance impredecible, en cuya cresta se trepó una versión inédita del socialismo Siglo XXI, según la definición de su caudillo, el coronel de paracaidistas Hugo Chávez.
Lo que sí tiene a mano esa derecha local es la posibilidad de contar con un Henrique Capriles criollo, que propone sintetizar las diferencias y unificar el frente opositor, como lo hizo el político venezolano en su país.
Las encuestas dicen que ese hombre se llama Mauricio Macri, un pianta votos de acuerdo a trascendidos de fuente radical-alfonsinistas y socialistas de Hermes Binner. Mas que unir, la figura de Macri divide, dicen en la tienda del antikirchneismo, e incluso le gastan bromas a los aliados del peronismo anunciando el propósito de hacer un afiche de campaña electoral con Macri, abrazado a Lilita Carrió, el Momo Venegas, Cecilia Pando, Raúl Castels, López Murphy, Eduardo Duhalde, Pino Solanas, De la Sota y el rabino Bergman.
Para los que conocen a fondo el internismo peronista, una parte de la derecha de ese partido no tiene resistencia al maridaje con el líder del PRO, pero el sector dominante sueña con que Daniel Scioli dé el salto y acepte encabezar la fórmula del movimiento que sueña con derrotar a Cristina.
El motonauta espera su turno con paciencia oriental y sólo daría ese salto si quedara claro que Cristina Fernández no será candidata. Por ahora prefiere esperar las elecciones de octubre, que medirán el estado de ánimo de los argentinos con mayor fidelidad que las nutridas caminatas caceroleras.
Lo real es que mientras la oposición venezolana tiene a un Capriles con peso propagandístico propio y capacidad de seducir a las capas medias, en la Argentina ese liderazgo no aparece. La ausencia de un referente que sintetice la protesta callejera de las señoras quejosas de los barrios paquetes quedó en evidencia en la última movilización, un rompecabezas con ofertas diferentes y en algunos casos contradictorias.
En ese contexto, en la Argentina se registra en estos días una peligrosa ofensiva antidemocrática de buena parte de la oposición. Partidos políticos de derecha, la CGT que gobierna Hugo Moyano y tres o cuatro ONG dedicadas a temas jurídicos lanzaron una fuerte embestida contra los intentos de democratizar la Justicia. La maniobra es parte de una avanzada mayor en marcha respaldada por el aparato mediático que pilotean Clarín, La Nación y personal «especializado» de la embajada de Estados Unidos en Buenos Aires. Esos factores de poder están muy preocupados por la alianza estratégica de la Argentina con el chavismo y buscarán la forma de deteriorar un escenario de por sí impregnado de contradicciones.
El despertar de los pueblos de América del Sur y su consecuencia directa en la elección de gobiernos «parecidos» a sus anhelos e intereses, desembocaron en una época de cambios que retó fuertemente el orden económico ultraconservador nacido del Consenso Thacher-Reagan.
El Libertador en Línea