EL HOMBRE QUE HIZO HABLAR A LOS EDIFICIOS


Por Soledad Vallejos

Dibujante, pintor, arquitecto. Y sobre todo, un innovador. Formador de camadas de arquitectos, Clorindo Testa dejó en la ciudad de Buenos Aires varios de sus edificios más emblemáticos. Murió ayer a los 89 años. Nunca dejó de crear.
Clrindo Testa
Murió ayer, con 89 años. A Clorindo Testa, que había nacido en Nápoles, le gustaba Buenos Aires por ser “muy abierta”. “Podés ver lejos: te asomás a la ventana y es abierta la ciudad”, decía el arquitecto que legó a esta misma ciudad algunos de sus edificios más emblemáticos y provocadores: la Biblioteca Nacional, el Centro Cultural Recoleta, el ex Banco de Londres y América del Sur (actual sede del Banco Hipotecario, en el microcentro). Hasta que pudo, llegaba al estudio por la mañana, se retiraba al mediodía y regresaba por la tarde. Dibujaba proyectos a mano, se rodeaba de jóvenes y, recordaron sus amigos, estaba siempre en todos lados: todos los eventos, los vernissages, toda ocasión de socializar, divertirse y sorprenderse. A fin de cuentas, Testa también había formado parte de la vanguardia polifacética de la calle Florida en los años ’60. Dibujante, pintor, curioso, murió ayer por la mañana. Desde la tarde, fue velado en la Sociedad Central de Arquitectos (Montevideo 938), con la que colaboró fuertemente; de allí será llevado esta mañana hacia el cementerio de la Recoleta, donde será inhumado.

Testa se había recibido a fines de la década del 40, en la UBA, como parte de la primera promoción de egresados de la carrera de Arquitectura y Urbanismo; 
en 1951 firmó su primer edificio porteño, la Cámara de la Construcción. Empezaba un largo romance entre él y los concursos: “Le gustaba decir que era el arquitecto que más concursos públicos había perdido, pero no que era el que más concursos había ganado. Tenía esta cosa del humor inteligente y la humildad”, contaba ayer a este diario su colega Daniel Silberfaden. A lo largo de los años, había cosechado todo tipo de premios: el Di Tella en 1961, el Arquitecto de América en 1987, el doctorado honoris causa de la UBA en 1992, la primera condecoración del Premio Nacional de Pintura del Banco Central en 2007 (con una obra que inauguró la colección de la entidad), por hacer una selección tan mínima como arbitraria. El año pasado, suyos fueron el diseño y la curaduría del pabellón argentino en la Bienal de Venecia, donde el país participaba con espacio propio por primera vez. Testa formaba parte de la Academia Nacional de Bellas Artes y de la Sociedad Central de Arquitectos; en el estudio, era socio de Juan Fontana, también arquitecto inclinado al arte como él.

Clorindo Testa había nacido en Nápoles el 10 de diciembre de 1923; poco después llegaba a Buenos Aires con su familia. De chico, le gustaba contar en las entrevistas, pensó que se dedicaría a la ingeniería naval, porque le gustaba dibujar barcos. Formó parte de la primera camada de egresados de la Escuela de Arquitectura, de la flamante Facultad de Arquitectura y Urbanismo, en 1948. Al poco tiempo, viajó a Italia gracias a una beca de formación otorgada por la misma facultad, y regresó a Buenos Aires en 1951, decidido a hacer su carrera y formar su familia en la misma ciudad en la que había crecido. A poco de comenzar a trabajar en el estudio ganó el concurso para diseñar el edificio de la Cámara Argentina de la Construcción. También por esos meses se encontró con Franz van Riel, quien le pidió obra para hacer una muestra en la galería que entonces comenzaba y luego marcaría gran parte del circuito del arte local. Testa nunca dejó de dedicarse a ambos mundos, al mismo tiempo y sin abandonar ninguno de los dos.

“Testa trascendió la arquitectura y se transformó en referente de la cultura argentina, por el valor de su obra”
, dijo a este diario Roberto Busnelli, secretario general de la Sociedad Central de Arquitectos (SCA), entidad que en 2008, cuando por primera vez concedía la distinción, dio el Premio a la Trayectoria a Testa y a Mario Roberto Alvarez, el otro gran arquitecto porteño. “Fue polifacético: arquitecto, escultor, pintor y siempre adelantado a su época. Y siempre también se mantuvo vigente; ha participado de concursos hasta los últimos días. Fue una persona con mucha vitalidad, que no tenía miedo a exponerse, y también muy generoso. Desde la SCA lo hemos convocado un sinnúmero de veces para armar las bienales de arquitectura para representar al país, y él ha colaborado con generosidad, sin cobrar un centavo, poniendo empeños, preparando los soportes para los envíos. En su estudio, siempre se rodeó de gente joven. Clorindo siempre estuvo rodeado de gente joven, por lo que transmitía. Esa vitalidad, con colores, con sus formas. Es una verdadera pena”, agregó Busnelli.

Tenía su estudio en Santa Fe y Callao, en el bello edificio clásico que en su planta baja alguna vez albergó la tradicional, para otras generaciones, Confitería del Aguila. Usaba anteojos, y su marca registrada era llevarlos sobre la frente. “Pero sobre todo era un excelente arquitecto. Parece una obviedad, pero es un rasgo importante”, señaló el arquitecto Silberfaden. Era “una persona con mucho rigor, no exenta de creatividad. Una persona muy concentrada en su trabajo. Muy trabajador. Y una persona con mucha humildad y mucho humor. Todas esas condiciones son necesarias para hacer un buen arquitecto. El las tenía”, añadió.

Una de sus últimas obras, todavía en proceso de materializarse, fue el campus de la Universidad de Tres de Febrero, en Villa Lynch, para la que había diseñado un proyecto de unidad académica pensada para cinco mil alumnos, y que tiene fecha de finalización en 2015. “Nunca he pensado que estaba cansado de trabajar”, dijo hace unos meses, entrevistado por esa universidad.

“Un lenguaje absolutamente personal”

El proyecto de la actual Biblioteca Nacional “más que algo polémico, propone algo que en la época no existía”, explica el arquitecto Roberto Busnelli, actual secretario general de la SCA. “El gana el concurso en 1969; después, gracias a la burocracia y problemas políticos, el edificio tardó veinte años en construirse. Pero cuando gana el concurso, lo suyo fue un shock absoluto para el panorama de la arquitectura local. Por la propuesta de vanguardia.” Testa era “un arquitecto en el que de alguna manera se hacían carne los principios básicos del movimiento moderno, que estaba sucediendo en Francia y otros países de Europa. El encarna esa etapa de la arquitectura moderna, y se transforma en uno de sus exponentes más privilegiados”.

Con esa misma perspectiva que imprimió al proyecto de la Biblioteca (finalmente inaugurada en 1992 y sin terminar tal cual había sido ideada), recordó Bustelli, siguió haciendo “una relectura de esos principios modernos desde la región, con un lenguaje que después se tornó absolutamente personal”. “En esa época también hace el Centro Cívico de Santa Rosa, en La Pampa. Son obras del mismo período, y viéndolas es claro que se reinventó todo el tiempo. Después abandonó ese lenguaje de esa arquitectura y fue evolucionando con un lenguaje más personal”, agregó.

Sin embargo, la obra del Banco de Londres “si hacés una votación entre colegas, vas ver que casi todo el mundo coincide en que es la obra más importante de la arquitectura moderna argentina. Se anticipa. Es de 1966. Ahí, los principios del movimiento moderno están expresados en su máximo esplendor: arquitectura de hormigón, que hasta ese momento no se había usado. El hace que el hormigón se transforme en lenguaje y expresión de esa arquitectura. Hasta esa época, el hormigón se ocultaba, se tapaba y él lo expone y con eso hace su lenguaje.

“Gran arquitecto, buena persona”


“Era un hombre de la cultura y sin embargo lo veías siempre con ese perfil como de bancario: traje gris, corbatita, anteojos. Hay que despedirlo con tristeza, por irremplazable, aunque genera siempre una sonrisa en los recuerdos”, 
dijo ayer el arquitecto Daniel Silberfaden, quien fuera secretario general de la SCA y conoció a Testa en esa función y como colega, aunque “yo apenas había nacido cuando este hombre ya estaba en el candelero del arte y la arquitectura”. “Es difícil sintetizar cómo uno lo va a recordar: si por gran arquitecto, buena persona, buen artista. Seguramente por todo”.

Para Silberfaden, Testa “atravesó largo medio siglo haciendo cosas de gran potencia”, pero siempre “humilde, siendo una persona tan importante y de larguísima trayectoria”. En su carrera, “se manejó con pocos encargos privados y mucha obra por concurso. Esa es la quintaesencia de la arquitectura: salir a competir con los colegas, dejando las mejores ideas. Si bien es cierto que el Banco de Londres y América del Sur era un banco privado, por ejemplo, tuvo trascendencia pública”, ejemplificó, en referencia al edificio de la calle Reconquista al 100, de hormigón y con una plaza seca semiabierta en la planta baja. Ese edificio, explicó, es “icónico de la arquitectura brutalista de los años ’60”.

Por esa participación permanente en concursos públicos era que decía que “era el mayor perdedor de concursos de la historia, porque había hecho tantos. Es verdad, fue el que más perdió, pero también el que más cantidad ganó. Pero claro, él tenía esa cosa de humor inteligente, de decir que era el que más perdió nada más. En el fondo tenía una cosa de provocación, cuando él decía me gustan las medianeras y hacía toda una especie de historia de las medianeras porteñas, tenía ese ánimo, era capaz de generar polémica”, recordó. Un clásico de Testa era señalar que la medianera no se ve en otros países, que aunque se creó “por esas reglamentaciones medio absurdas de esta ciudad, implica que las casas de los vecinos sólo pueden llegar hasta ahí. Y de esta manera uno tiene visiones larguísimas, incluso en pleno centro”, como contó una vez a la revista digital La fuga.

Otras voces

– Marta Minujín (artista plástica): “Clorindo es un grande que se fue. Siempre demostró un talento desbordante, una persona encantadora. Era como un niño: jugaba, jugaba, y me atrevo a decir que jugaba más con el arte que con la arquitectura. Era divertido, siempre estaba igual, en el medio del campo, en una obra o en la ciudad, vestía con traje, chaleco y corbata. Era genial”.

– Eduardo Cajide (decano de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo, UBA): “Todos estamos muy tristes y conmovidos, lo recordaremos con mucho cariño. Testa fue uno de los pioneros de la arquitectura moderna, de los primeros en incorporar las lógicas de ese movimiento. Y fue arquitecto, pero también un artista integral, urbanista, pintor, un hombre muy personal que ha dejado un legado inolvidable. Siempre tuvo una relación intensa con los jóvenes; en su aspecto parecía un funcionario con su trajecito gris, pero era un hombre cargado de alegría, creatividad, muy culto, amante de la historia”.

– Daniel Filmus (senador):
 “Lamentamos el fallecimiento de Clorindo Testa, debemos cuidar y proteger su legado arquitectónico, que es parte de nuestro patrimonio urbano”.

– Claudio Massetti (director del Centro Cultural Recoleta, edificio creado por Testa en 1979):
 “Nos habíamos comunicado con él hace poco por la proxima Bienal de Arquitectura de Buenos Aires. Por iniciativa conjunta con él íbamos a hacer una muestra homenaje, teníamos toda la expectativa por su vitalidad de hacerla en vida. Venía muy seguido al Centro, se ponía contento con nuestros arreglos, recuperaciones, y daba sus opiniones en ese doble rol de artista-arquitecto. Es normal encontrar arquitectos que se destacan y sean multipremiados, pero además Clorindo era distinguido en otras ramas del arte. Sin duda, es la figura del arte y la arquitectura”.

– Jaime Sorín (ex decano de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo, UBA):
 “Desde el ámbito arquitectónico, la plástica y toda la cultura, recibimos la noticia con un gran dolor, muy compungidos. Clorindo era expresión y espíritu cultural de Argentina, una personalidad múltiple. Ha sido un innovador toda su vida, se ha manejado de una manera muy libre por fuera de todas las modas. Ha sabido interpretar cuáles son las movidas de cada uno de los tiempos en los que le tocó trabajar, que fueron muchos. Ejerció la profesión hasta el último día, con un entusiasmo enorme”.

– Jorge Coscia (secretario de Cultura):
 “Es una gran pérdida de un hombre, de un espíritu contento, un gran arquitecto y artista plástico. Testa es de esos hombres que dejan su testimonio para siempre. Aportó su concepto de la arquitectura ligado al arte magnificador, ejemplo de ello es una de las últimas, el Museo del Libro y de la Lengua”.

– Jacques Martínez (galerista, dueño de la galería que lleva su nombre, lugar que Testa eligió para exhibir la mayoría de sus últimas obras): 
“Clorindo deja un legado muy importante”.

– Diana Weschler (directora de la Maestría en Curaduría de la Untref, institución que contó con el diseño del nuevo campus –todavía en construcción– de Clorindo Testa en Villa Lynch):
 “Es un personaje clave para la historia de la arquitectura y del arte argentino: creativo, para nada conformista con las posiciones estéticas más convencionales. Estamos justo en la universidad sistematizando todas las carpetas de cara a la semana que viene que es la reunión de jurados por el concurso de esculturas, sobre el diseño del campus de la Untref de Testa. El concurso se convierte en una especie de homenaje. El concurso sale usando como referencia el plano de él, un plano orgánico porque aparece todo el rigor de un trabajo arquitectónico y por el otro, todo el color, el gesto más espontáneo de las artes visuales”.

 
Página 12

Enlace permanente a este artículo: http://ellibertadorenlinea.com.ar/2013/04/12/el-hombre-que-hizo-hablar-a-los-edificios/