EL PAPA FRANCISCO SE RECIBIÓ DE HINCHA


Por Elena Llorente

 


El Papa recibió tres regalos: una camiseta y un echarpe de San Lorenzo de Almagro –copia del que usaba el fundador del club, el sacerdote salesiano Lorenzo Bartolomé Martin Massa– y un libro con la historia de “los cuervos”.iL pAPA FRANCESCO
Nadie piensa ya, si es que en un primer momento algunos tuvieron dudas, que el papa Francisco es un pontífice como los demás. Ni aún el muy amado Juan Pablo II logró de entrada conquistarse la confianza y los hurras de los miles y miles de peregrinos que no se pierden las audiencias de los miércoles. Y la audiencia de ayer en la plaza de San Pedro no fue una excepción. Aunque sí lo fue para el Papa, porque los dirigentes de San Lorenzo de Almagro, el club de fútbol del que fue hincha desde que era niño, estaban ahí. Y lo fue también porque por primera vez, al dirigir un saludo a ellos y a los muchos latinoamericanos que ocupaban la plaza, habló en castellano. Y la plaza estalló en aplausos entonces y él comentó: “Esto es muy importante”.

Francisco, como se pudo constatar una vez más, no respeta las tradicionales y rígidas reglas que tenía el Vaticano hasta ahora. Pasea en el papamóvil descubierto –desde que Juan Pablo II sufrió el atentado en la plaza de San Pedro en 1981 el papamóvil fue siempre cerrado–, saluda a la gente común al concluir la audiencia, se baja del jeep para besarlos o abrazarlos. Y ayer, hasta le puso el chupete en la boca a un bebé al que se le había caído, bendijo la panza de una señora embarazada y recibió de un niño un dibujo de regalo. Pero ayer recibió otros tres regalos que seguramente le transmitieron el calor de la tierra lejana: una camiseta y un echarpe de San Lorenzo de Almagro –copia del que usaba el fundador del club, el sacerdote salesiano Lorenzo Bartolomé Martin Massa– y un libro con la historia de “los cuervos”. Se los entregaron los dirigentes del club, el presidente Matías Lammens, el tesorero Leonardo Lipera y el secretario Miguel Mastrosimone. “Estamos orgullosos de tener un hincha y un socio como el papa Francisco”, dijo Lammens al diario vaticano L’Osservatore Romano. “Queremos agradecerle al Papa su atención hacia nosotros y lo invitamos a volver a nuestra sede, que él bien conoce, y a asistir a un partido en el estadio. El papa Francisco ha puesto a nuestro equipo en el centro de la atención del mundo entero. Recibimos decenas de llamadas telefónicas de los lugares más insólitos”, agregó. El Papa se detuvo unos minutos con los dirigentes del club al concluir la audiencia y, alguien dijo, incluso hasta les dio algunos “consejos técnicos”.

La relación entre San Lorenzo y Jorge Mario Bergoglio se remonta hacia su más tierna edad, cuando tenía 10 años y con el padre iba al estadio a ver los partidos. Una vez que se transformó en arzobispo de Buenos Aires, al parecer dejó de ir al estadio, pero no perdió la relación con el club. La última vez que estuvo allí fue en 2011, para inaugurar la capilla y celebrar una misa. Los dirigentes de San Lorenzo, en nombre de todos los hinchas, le habían mandado un mensaje de felicitación apenas fue elegido, el pasado 13 de marzo. Y a ese mensaje el Papa contestó el 20 de marzo con una carta que en Italia recién se conoció ayer. En papel membretado con su emblema papal, el papa Francisco agradeció el mensaje de felicitación y dijo textualmente: “Al leer estas palabras han venido a mi memoria bellos recuerdos, comenzando desde mi infancia. Seguí, a los diez años, la gloriosa campaña del ’46: ¡aquel gol de Pontoni!”, y agregó más adelante: “Sepan ustedes que no los olvido. Y además de la afición al fútbol les pido que cultiven la amistad con Jesús, verdadero Amigo, que siempre estará con ustedes en los momentos felices y también cuando haya dificultades”. El Papa luego impartió su bendición apostólica “extensiva a todos los directivos del club, el cuerpo técnico, los jugadores y todo el pueblo azulgrana”.

Al concluir la audiencia de ayer, el Papa había saludado en castellano cordialmente a todos los peregrinos de lengua española provenientes de España, Argentina, México y otros países latinoamericanos. Y esto causó sorpresa en periodistas y público que lo escuchaban, porque hasta ahora no se había animado a decir ni una palabra en su propio idioma, tal vez para no herir susceptibilidades o para dar a entender que era el Papa de todos y no sólo de aquellos que hablan castellano.

Pero aparte del entusiasmo por su club, el Papa tuvo ayer duras palabras para con algunos hábitos de la vida cotidiana que hacen creer a la gente que tiene la vida resuelta. En la homilía de la misa que celebró por la mañana en la capilla de la Casa Santa Marta, donde vive, el Papa aludió al dinero y a la vanidad como males de nuestro tiempo. “A veces creemos que lograremos todo simplemente porque tenemos dinero”, dijo. “Estoy seguro porque tengo dinero, todo se puede hacer, no hay problema”, insistió, como si la riqueza fuera la llave de la felicidad. Otras veces “pensamos salvarnos con la vanidad, con el orgullo de creernos potentes. Eso tampoco va. Disfrazamos nuestra pobreza, nuestros pecados con la vanidad y el orgullo. Pero eso también se termina”, advirtió.

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