por Luis Tino SICILIA /-
No hay amenazas de más nubes negras en el firmamento político argentino, pero las navegan al garete en el horizonte, aunque dispersas, son suficientes como para demostrar que la derecha esta dispuesta a apretar el acelerador a medida que se debilite el armado de un «Frente patriótico» que se cree capaz de darle batalla al kirchnerismo en los comicios legislativos de octubre.
Eso, claro, si logran superar las miserias y el egocentrismo que impregna a sus principales líderes, dejan de lado tanta charlatanería y elaboran una propuesta superadora al modelo en marcha. La creación de un frente antikirchnerista es una de las patas del proyecto desestabilizador, las otras, y en verdad peligrosas, tienen que ver con los paros y movilizaciones programados por Hugo Moyano y sus muchachos camioneros en alianza con la Sociedad Rural y la tristemente célebre Mesa de Enlace, que contemplan un bloqueo masivo de los supermercados mayoristas, medida que puede generar la falta de productos básicos como arranque de una escalada de imprevisibles consecuencias.
Moyano eligió ese camino para complicarle la vida al gobierno, y lo hace teniendo como telón de fondo la fundación de su partido político, que no estaría mal si el camionero no pretendiera usar ese instrumento para desestabilizar al gobierno. Mauricio Macri cree que la gente es estúpida y que lo van a votar en bandada cuando se postule a la presidencia de la República. Incluso tuvo el descaro de anunciar en publico que cuando ocupe la Casa Rosada (la lengua se le haga a un lado) se acabó eso de Fútbol para Todos: «el que quiera ver que pague», una de las consignas electorales del Pro – dijeron sus alcahuetes rentados-. Al listado de los optimistas históricos que sueñan con reemplazar a Cristina se acaba de sumar José Manuel de la Sota, un cordobés que aspira a ello desde hace varias elecciones, siempre con un rotundo fracaso popular.
Tomado un poco en solfa el asunto, Roberto Caballero, director de Tiempo Argentino, dice que en esta oportunidad De la Sota decidió plantarse como emperador mediterráneo esperando que el país todo se vuelva «cordobesista» de la mañana a la noche, que la gente tome fernet y escuche cuarteto no convierte a Córdoba en la meta de ningún poder político transformador, más aún, en las cercanías del gobernador, gente que lo aprecia dice que no resulta del todo coherente hablar de transformar al país de la mano de Luis Barrionuevo o de Macri, De Narváez, los jefes de la Sociedad Rural y el Momo Venegas. Más bien ese pastiche estimula alianzas contra natura, razón por la cual De la Sota tendrá que seguir predicando en soledad. Los cordobeses conocen bien al candidato, en especial su comportamiento de los últimos días, cuando ordenó clausurar las antenas de la Televisión Digital Abierta (TDA) una medida que, al igual que la que ocurre con Macri y la TV paga lo pinta de cuerpo entero. Las abuelas solían decir que las malas noticias nunca vienen solas. Al tema de las antenas clausuradas (para que los pobres no puedan ver TV gratis) se acaba de sumar una noticia política que tienen su miga: tomó estado público el almuerzo privado entre Daniel Scioli y «Cleto» Cobos que tuvo lugar allá por diciembre en la casa de campo del gobernador. Según trascendidos de prensa no desmentidos apenas estalló el escandalete los operadores de Scioli amagaron negarlo, pero el ex vice presidente le pateó el tablero y se lo contó a un cronista bonaerense que, obviamente, lo anunció a los cuatro vientos. Algunos testigos aseguran que Cobos alentó al cronista para que lo interpelara sobre la reunión, de esa manera dejo expuesto a Scioli a la ira del kirchnerismo duro. Este corresponsal tuvo acceso a apuntes donde se comentan momentos del citado encuentro, por ejemplo: «hablan tanto de diálogo»,dijo uno de los colaboradores del gobernador, y se ponen como locos cuando Daniel habla con alguien. «El dice lo mismo en privado que en público, vayan a Wiki Leaks y lo van a comprobar».
Otras voces, en otros ámbitos del movimiento peronista, expresaron que hay una cuestión clave que el socialismo se niega a respetar: «el manual de usos y costumbres del kirchnerismo básico no incluye en el diálogo a los que se fueron traicionando el proyecto a lo Judas».
