MUERTE DE OVIEDO GENERA MUCHA SOSPECHA

por José Antonio Vera /-

El exGeneral Lino César Oviedo, el personaje más desestabilizador del Estado paraguayo en las dos últimas décadas, autor de numerosos actos violatorios de la Constitución, muerto carbonizado el pasado sábado de noche al estallar el helicóptero que lo transportaba de retorno a Asunción, nuevamente es protagonista de otro hecho que deja planear diversas sospechas en el seno de la población, como ocurre con el origen de su inmensa fortuna y su vinculación con el narcotráfico.Lino

Su muerte se produjo en medio de la campaña que encabezaba en todo el país, por su candidatura a la Presidencia de la República en representación de su Partido Unace, una verdadera empresa unipersonal, en las elecciones previstas para el 21 de abril, en su cuarto intento, derrotado por lejos en los tres anteriores.

Figura taimada, excelso demagogo, Oviedo ha sido el último oficial con mayor rango que, uniformado, militó directamente en política en el seno del Partido Colorado, desde la noche del 2 y 3 de febrero de 1989, cuando integró un comando de una media docena de los más altos oficiales de las fuerzas armadas, que sacó del sillón presidencial al octogenario General Alfredo Strossner.

Paraguay, integrado al combo tiránico militar-civil que dirigía entonces Estados Unidos en todo el cono sur, en especial con la Operación Cóndor, al igual que en el resto del subcontinente, tampoco pudo quedar afuera cuando Washington decidió lanzar un amplio plan gatopardista, sacando de la vitrina a las figuras más impresentables y odiadas por los pueblos, sustituyéndolas por otros personajes igual de ladrones y genocidas.

Fue así como Strossner, después de 35 años al servicio de Estados Unidos, ya octogenario, fue desplazado por el grupo de sus más íntimos colaboradores, que gentilmente lo depositaron en Brasilia, en un exilio dorado, gozando de una cuantiosa fortuna robada al pueblo paraguayo y que, actualmente, está en manos de un pequeño número de herederos, destacando entre ellos su nieto rebautizado Alfredo Strossner, originalmente Alfredo Domínguez Strossner, que funge de Senador colorado en la más absoluta inutilidad, producto puro de su abultado capital financiero.

Ese grupo golpista fue encabezado por el Jefe del Ejército, General Andrés Rodríguez, consuegro del destronado, quien hasta entonces tendría prohibida la entrada a Estados Unidos, según una edición de Selecciones de 1987, que lo presentó como capo del narcotráfico en Paraguay.

Personaje simpático, afable, antítesis de Oviedo, Rodríguez declaró en su primer discurso, que había encabezado el golpe en beneficio del Ejército y del Partido Colorado. Ninguna mención a la población ni a los graves problemas socio-económicos y culturales que el obscurantismo estronista dejaba en el país.

Segundo del jefe, inmediatamente se situó Oviedo, con amplio apoyo mediático y su irrefrenable megalomanía lo fue convenciendo de que el verdadero cerebro y brazos del cambio era él, máximo cuando tres meses después, Rodríguez fue electo Presidente Constitucional, dejándole abierta las puertas de las fuerzas armadas para comandarlas.

Rodríguez terminó su mandato de cinco años, pasó al anonimato hasta que murió supuestamente en una clínica de Estados Unidos, hecho que por su ocultamiento alimentó la idea en algunos círculos de que habría corrido la suerte del limón exprimido. Lo cierto es que con su desaparición física, dejando también una de las grandes fortunas de la región, se extinguía un importante archivo de la injerencia de la DEA en Paraguay.

Tras la extinción de Rodríguez, creció en el país la influencia de Oviedo, igualmente vinculado por la CIA en el tráfico de narcóticos y armas, y en 1996 aparece comprometido en un intento de Golpe de Estado contra el Presidente Juan Carlos Wasmosy, y repite su fórmula desestabilizadora cuatro años después y en el 2009, cuando fue acusado por el entonces Presidente Fernando Lugo.

En marzo de 1999, a diez años del desplazamiento de Strossner, y bajo la presidencia del obediente Raúl Cubas Grau, se produjo el asesinato del Vicepresidente Luis María Argaña, el último caudillo colorado y adversario declarado de Oviedo, y ocho jóvenes demócratas cayeron bajo las balas de francotirados en la plaza del Congreso, tras haber declarado el militar rebelde que “correrán ríos de sangre”, amenazando al Poder Judicial y a los medios de prensa de alinearlos como velas.

Preso en el 97, absuelto en el 98 por Cubas y declarado prófugo de la justicia en el 99, Oviedo fue protegido por Carlos Menem en Argentina hasta que el riojano perdió poder y se vio obligado a refugiarse en Brasil, donde finalmente fue encarcelado hasta que logró negociar su libertad y retornar a Paraguay en el 2004, recluido bajo los cargos de homicidio y sublevación, en un cuartel cercano a Asunción, gozando de pleno confort hasta el 2007 cuando fue absuelto de una condena de 10 años.

Su muerte se ha producido en momentos que encabezaba la tercera fuerza electoral del país, tras haber participado junto con el Partido Liberal en el Golpe del Congreso que destituyó a Lugo el 22 de junio pasado. Aunque disminuida la masa de sus seguidores, Oviedo había logrado colocar sus peones en la presidencia del Senado y de la Contraloría General de la Nación, y en otros cargos de importancia en varios organismos estatales.

Sin conocerse la causa del accidente del helicóptero, los cálculos especulativos vuelan y ello se explica porque el hecho se produjo a los 24 años exactos, también fue durante la noche, de la intervención armada de Oviedo y otros generales que expulsaron a Strossner entre el 2 y el 3 de febrero del 89.

Ese detalle, junto con otros, despierta muchas interrogantes entre la población, desde que pudo ser una quema de archivos por parte de alguna organización mafiosa, hasta que pudo correr la misma suerte del limón exprimido que se adjudicó a Rodríguez, con la diferencia de que, en este caso, su misión habría concluido con el golpe contra Lugo, en un entramado que alude directamente a vínculos con servicios estadounidenses.

Los estronistas doloridos, aunque con mucho poder financiero, no presentan capacidad política suficiente como para ordenar su ajusticiamiento, y al interior de las 7/8 fuerzas que están en la pelea electoral, tampoco surge con probabilidades de crédito ningún plan para eliminarlo, pues nadie puede garantizar hoy qué candidato se beneficiará si se produce el previsible desbande del electorado cautivo que mantenía con mano de hierro el autoritario militar.

Su partido Unace es un desprendimiento colorado, pero últimamente Oviedo aparecía más vinculado con el núcleo duro de los liberales golpistas, con quienes cultivaba una intensa negociación en dirección al sufragio de abril.

ARGENPRESS.info

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