EL NUEVO DESORDEN MUNDIAL

 

por Álvaro Cuadra /order1

Los acontecimientos a nivel mundial de estos últimos años están poniendo en evidencia dos cuestiones: primero, la más profunda crisis de los fundamentos filosóficos, éticos y políticos de la llamada “modernidad” occidental; segundo, la obsolescencia, futilidad o ausencia de cualquier institucionalidad internacional para salvaguardar la paz y la dignidad de las personas. 

El siglo presente nos muestra en toda su crudeza el nuevo (des)orden mundial que se traduce en una suerte de darwinismo a escala planetaria.

El actual desorden mundial —que constatamos a diario a través de los relatos de los medios de comunicación que fabrican nuestro presente— no posee nada de aleatorio y se pueden reconocer en él causas históricas, políticas, económicas y culturales de largo aliento. Por de pronto, debemos reconocer que asistimos a las consecuencias inmediatas del “post comunismo”.

En efecto, la “Caída del Muro” acontecida en 1989 puso fin a la guerra fría y con ello a un cierto orden mundial bipolar. Recordemos que en ese mundo, todas las naciones del planeta se alinearon en uno u otro bando, lo que determinaba su filiación económica, política, militar y cultural.

El orden mundial de la segunda mitad del siglo XX se inauguró con los Acuerdos de Bretton Woods (1944). Dicha conferencia fue la instalación del nuevo poder de los Estados Unidos como primera potencia mundial y vio nacer el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y el patrón dólar en el comercio internacional.
En lo político, se instituyó en octubre de 1945 la Organización de Naciones Unidas que reemplazaba a la Liga de las Naciones. Todo ello ponía orden en un mundo devastado por la Segunda Guerra Mundial.

Abolida la bipolaridad a fines de la década de los ochentas, Estados Unidos irrumpe como un país hegemónico, desplegando todo su poder político-militar, instalando un capitalismo-mundo que llamamos “globalización”. La expansión de este poder mundial corre paralela a la irrupción de nuevos actores que apuestan a un mundo multipolar. Se trata de economías “emergentes” conocidas como los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica). Si bien se trata de economías de alto crecimiento, no constituyen, todavía, un poder político, tecnológico ni militar capaz de contrarrestar la presencia estadounidense en todos los rincones del orbe.

En la actualidad, el mundo se halla ayuno de algo parecido a un orden mundial, y lo que vemos cada día es la transgresión brutal de toda legislación internacional, la incapacidad de la ONU para resolver conflictos y la multiplicación de guerras mercenarias en distintas partes del planeta.

De hecho, el gobierno estadounidense de George Bush durante los primeros años del siglo XXI significó no solo la invasión descarada de otros Estados sino la legitimación de la tortura, la reedición de campos de concentración fuera de toda ley, como es el caso de Guantánamo, en nombre de la lucha contra el terrorismo.

Sin ningún ánimo irónico, podríamos decir que estamos sumidos en una era de barbarie high tech. La humanidad entera está siendo domesticada por una cultura mediática global, una híper industria cultural, cuyas aristas no son otras que el miedo, la violencia simbólica y la promoción del consumo suntuario.

El nuevo desorden mundial esconde algo parecido a la Ley de la selva, en que a falta de cualquier institucionalidad o legislación reconocible se impone la fuerza, el abuso, la depredación: una forma eufemística de aquello que nuestros abuelos llamaban “fascismo”.

Es en este mundo donde chapotean los pequeños Estados, chantajeados por los capitales buitres o las flotas de la Armada estadounidense o mercenarios pagados por potencias extranjeras.
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* Álvaro Cuadra es Semiólogo, académico Universidad ARCIS, Chile.

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