GERARD DEPARDIEU, MI COMPATRIOTA

El famoso actor francés Gerard Depardieu, indignado por la nueva reforma fiscal realizada en su patria y ofendido por el primer ministro de su país natal, tomó la arriesgada decisión de renunciar a la ciudadanía francesa. Ahora es mi compatriota.

por Yuri Bogomólov  Depardieu

Otra estrella del cine galo, Brigitte Bardot, está dispuesta a seguir su ejemplo y pedir la ciudadanía de Rusia, aunque por distintos motivos.

Los países que incrementan impuestos sobre las rentas millonarias y los objetos de lujo se arriesgan a perder a sus ciudadanos famosos. A juzgar por las novedades fiscales en EEUU se puede esperar que en breve se forme una gran cola de las celebridades de Hollywood que deseen obtener el pasaporte ruso.

…Tan sólo ayer estuve pensando que Occidente se volvería hacia Rusia si ocurriese el diluvio universal. Pero así, sin más, y encima la flor y nata de la sociedad occidental con su renombre y grandes fortunas…

… Y las capitales occidentales palidecerán ante el nuevo centro cultural mundial, título disputado por la ciudad rusa de Saransk (parte central de Rusia) que ya invitó a Depardieu a ponerse a la cabeza del sector cultural regional.

Pero dejemos aparte los motivos políticos y económicos de lo sucedido y centrémonos en su significado cultural.

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El primero en entrever los gérmenes del alma rusa en el actor francés Gerard Depardieu fue el cineasta ruso Vladimir Menshov. Le ofreció un papel de reparto en su película ‘La envidia de los dioses’, donde el vivaracho galo se distrae por el momento del banquete para hablar de su amor en medio del caos de la guerra hacia una joven rusa a la que no es capaz de olvidar.

El personaje, sin embargo, se quedó grabado en la memoria colectiva por mostrar afecto de otra índole: hacia el chucrut, una tapa perfecta para acompañar el vodka ruso, buscada sin éxito por todo un bloque de pisos por la anfitriona y un agente de la KGB.

La narración sobre un amor perdido no le salió al francés igual de expresiva como el impulso emocional demostrado al mencionar el chucrut. Abandonó la mesa corriendo para abrazar a la anfitriona, agradecido, que se vio obligada a complacer al huésped.

Pasados los años, uno se da cuenta de lo espontáneo que fue aquel gesto de Depardieu, no se debió únicamente al talento artístico.

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Depardieu, no es un francesito cualquiera de Burdeos, sino un francés con mayúscula del mismo París, tiene un carácter generoso y un don de gentes insuperable, capaz de llegar a entenderse con personas de todas edades, nacionalidades y aficiones.

Le falta muy poco, casi nada: aprender algo de ruso. Aunque no por ello quedaría desatendido por los medios nacionales.

Además, se prevé que ya durante esta semana aparecerá en los programas de televisión más populares. En uno de ellas el presentador más encantador de Rusia, Iván Urgant, enseñará en directo las fotos curiosas del álbum familiar del actor. Espero que no estén entre ellas las famosas imágenes del ‘Novecento’ de Bertolucci.

Es fácil imaginar qué lucha más cruenta se desatará entre los programas de corazón de las cadenas principales de televisión por el derecho a grabar el primer show para encontrar pareja al famoso más reclamado últimamente.

Casi estoy viendo uno de estos programas de un sábado por la noche donde aparece el recién ciudadano ruso presidiendo una gran mesa, redonda y brillante. Entre el público hay actores, guionistas, diputados, politólogos, políticos y gobernadores. En una gran pantalla aparecen imágenes de las películas con Gerard Depardieu. (Espero de nuevo que no sean las del ‘Novecento’).

Todos los que tuvieron la suerte de trabajar con el actor cuentan anécdotas sobre él. Por videoconferencia se conectan los colegas franceses y los amigos. Alguno de los numerosos hijos del francés le desea nuevos avances en la nueva patria.

El apogeo será la reconstrucción, en tiempo real, del famoso episodio de ‘La envidia de los dioses’: la actriz que interpretó a la anfitriona saldrá al plató con un cubo de chucrut. Todos se abrazan, se besan y se toman una copa de Moët & Chandon acompañándola con el chucrut.

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Sensacionalismo aparte, Gerard Depardieu llega a Rusia con unos proyectos y perspectivas artísticas. Ya encarnó al mítico místico ruso Rasputín, en la homónima superproducción franco-rusa, y representó al líder de una insurrección cosaca, Yemelián Pugachiov, en el teatro. Seguramente le gustaría interpretar al otro gran rebelde de la historia rusa, Stepán Razin. También, según la prensa, le atraen ‘Los hermanos Karamázov’ de Dostoevski.

‘Los hermanos Karamazov’ se presenta como poco probable, ya que existen dos versiones cinematográficas nacionales. Sin embargo, el director de cine ruso Vladimir Jotinenko, que acaba de iniciar el rodaje de ‘Los endemoniados’ del mismo autor podría buscarle algún papel a la estrella francesa.

También merecería la pena idear una serie de televisión con Depardieu basada en la biografía de Honoré de Balzac, que se había casado -según se sabe- en la ciudad de Bérdichev, en el entonces Imperio Ruso. Esta serie seguramente contaría con una financiación suficiente. También el cineasta más renombrado de Rusia, Nikita Mijalkov, podría ofrecer al galo algún papel curioso, por ejemplo el de Falstaff de Shakespeare.

Es decir, me atrevo a suponer que Gerard Depardieu servirá de una especie de locomotora para el cine nacional si nuestros productores y dramaturgos se preocupan de buscar papeles favorables para el “nuevo ruso”.

…No sólo es su interés, sus restaurantes y su frivolidad, cosas de las que tan gustosamente se rumorea. Es un gran actor que aún dará a conocer al mundo sus nuevas facetas…

Mientras nosotros diremos para nuestros adentros: “¡Qué suerte!”.

RIA Novosti

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