EL QUE HACER CON LOS MEDIOS: LA OBLIGACIÓN DE COMPLETARLOS

El reciente referéndum constitucional llevado adelante en Ecuador propició el regreso del debate en torno a la situación, rol y futuro de los medios de comunicación en América Latina.

La apropiación ilegítima de la palabra por parte de los sectores dominantes ligados al estadio neoliberal del capitalismo, fue fundamental para la generalización y aceptación de un sistema de dominación que soportó la constitución de relaciones sociales cada vez más asimétricas y, por lo tanto, menos democráticas.

El derrotero de la palabra en estas latitudes funciona tanto como metáfora de la subordinación popular, y como instrumento de sometimiento, en un proceso de reconversión que condujo a que la condición de derecho de ejercicio de la palabra se convirtiera exclusivamente en un fenómeno comercial de imposición simbólica, detentado por los menos que tienen más.

No es casual que el conjunto de los países que aparecen como revisionistas de las políticas de fines del Siglo XX (Venezuela, Bolivia, Ecuador, Argentina) sufrieron y sufren sus principales oposiciones por parte de medios de comunicación hegemónicos; en muchos casos encabezando procesos destituyentes más allá de lo simbólico, y defendiendo sus propios intereses.

En una entrevista realizada por Telesur TV al presidente de Ecuador, Rafael Correa, el mandatario caracterizó esta situación al afirmar, que eso era “lo que hacían aquí los medios de comunicación nacionales y los grupos económicos, que seguramente lo hacen en Venezuela y en todas partes de nuestra América, por ejemplo, los Isaías, los más grandes deudores del Estado, huyeron del país debiendo cerca de 600 millones de dólares, pusieron como 200 empresas, ingenios, haciendas, etc, y compraron este canal, Gammavisión, donde usted me está haciendo la entrevista. Es de los Isaías, ahora incautado por el Gobierno; (también) CN3 Televisión, el canal de mayor cobertura nacional, ¿lo usaban para informar?, no, para defender sus negocios, sí. Lo mismo hicieron los grupos Aspiazu, Vegas, todos y eso no es sano para una sociedad”.

Pensar una posible consolidación de los cambios en América Latina que sea integral en términos económicos, sociales y culturales implica, necesariamente, la revisión y transformación de las condiciones, alcances y beneficiados por la comunicación.

Según el académico y periodista Ernesto Espeche, director de Radio Nacional Mendoza, en una entrevista difundida a través del portal digital “Noticias Universitarias” de la Universidad Nacional de Cuyo (UNCuyo), “hoy son los Estados los que avanzan en ampliación de derechos y garantías democráticas, y quienes ocupan el espacio del poder real: los monopolios de la comunicación, son obstáculo para la libertad de expresión. Por eso decimos que los monopolios son un tipo de censura, y que hoy la censura no se ejerce desde el Estado sino que se ejerce desde las grandes corporaciones mediáticas”.

En ese sentido resulta saludable y promisorio ver que luego de la avanzada de Argentina, que al igual que en los juicios por delitos de lesa humanidad convierte al país en un adelantado en aspectos de democracia y derechos, se han sumado a esta corriente otros Estados como Paraguay, Bolivia y Ecuador.

Mas allá de las especificidades de cada caso, en todos ellos está como fondo del asunto el hecho de determinar y establecer quién, cómo, y para qué domina la comunicación en la región, y la decisión de oponer a esas singularidades un sistema de pluralidades que conducen a pensar muchos quienes, muchos cómo y muchos para qué.

En este aspecto, la revisión de los vínculos entre los beneficiados por la concentración económica, los modelos de acumulación dominantes y el sistema de medios imperantes es central, como lo propone el referéndum ecuatoriano al poner en debate y discusión la voluntad popular respecto de las relaciones entre capitales y accionistas del sistema financiero y los capitales y accionistas vinculados al ámbito de la comunicación, en donde resulta claro que la reducción de estos vínculos redunda en un beneficio de las mayorías.

Así también lo entiende el mandatario ecuatoriano quien, en la entrevista referida -disponible en el portal digital de Telesur- afirmó que “no podemos (seguir) en América Latina, con el problema de la relación de poder. Por qué América Latina no se desarrolló, con tanta riqueza natural, por qué las grandes mayorías históricamente permanecieron excluidas, porque aquí tuvimos élites que concentraron todo, fueron élites excluyentes, que utilizaron ese poder para diferenciarse, no para modernizar, para ayudar a los demás… Prohibiendo a los banqueros tener empresas fuera de la banca, a los medios de comunicación nacional tener otra clase de empresas, estamos desconcentrando el poder, democratizando el poder, cambiando las relaciones de poder en forma profunda, histórica”.

dgonzalez@fcp.uncu.edu.ar

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