PERON Y LOS HIJOS DE BRADEN

 

Los dichos de Posse reivindicando a la dictadura y avalando el estilo represivo para combatir el delito no son solo exabruptos que no exceden el mundillo de los modales. Posse fue empleado de varias regímenes militares razón por la cual escribió lo que escribió en La Nación y declaró lo que declaró lo que en verdad piensa a los medios de prensa que lo entrevistaron después..

Posse no habla pensando en los trabajadores y mucho menos en los pobres del país, que siguen siendo una aplastante mayoría. El destino de sus dichos son las corporaciones económicas, el conglomerado agroexportador (la patria sojera), los grandes bonetes de la Uniòn Industriual Argentina, la embajada de los Estados Unidos y el combo de la derecha criolla . En síntesis, Posse dijo lo que dijo pesando en el enviado de Barak Obama, Arturo Valenzuela, insolente portavoz del imperio, un caradura que no trepida en mentir descaradamente y ofender al Gobierno nacional. Y lo hizo acompañado de los más encumbrados exponentes de la derecha local: Julio Cobos, Mauricio Macri y Francisco de Narváez. Juntos, atacaron al Gobierno y reivindicaron los años noventa con Menem a la cabeza. Aquella fue la década infame, de oro falso, de puñaladas traperas a la sociedad argentina , cuando desplegó sus alas el neolioberalismo más rampante, una política que llevó al país al borde del desastre..

Cuando el ex presidente Kirchner se plantó frente al FMI y presidió la cumbre de Mar del Plata que le dio la espalda al ALCA, sentó las bases de una conducta soberana, que le otorgó dignidad al país, pero al mismo tiempo desató el odio y la conspiración de Washington. Lo de Valenzuela no es nuevo y la historia recuerda las andanzas del virrey Braden, un portavoz de la Casa Blanca algo más importante (y peligroso) que Valenzuela. Cuenta esa historia que cuando el general Perón escuchó las condiciones que pretendía imponer Braden a cambio de no seguir atacándolo mediante la prensa local e internacional, el general sonrió socarronamente y le respondió: “¿Sabe como llamamos en la Argentina a los que se someten a los poderosos como usted?” Y sin esperar respuesta agregó: “Hijos de puta”. Esa derecha del pasado pretende regresar, está al acecho e incluso cuenta con la complicidad de aquellos nativos que pretenden impedir que se consolide el modelo que impulsa Cristina.

¿ Se Acuerda amigo lector de los dichos del chacarero de la Pampa Húmeda Eduardo Buzzi, hace poco más de un año, en pleno jolgorio “combativo” de la Mesa de Enlace, acerca de que había llegado la hora de impulsar “el desgaste” del gobierno ?

¿Rcuerda el diálogo televisivo del presidente de la Sociedad Rural, Hugo Biolcati, con Marianito Grondona, poniendo en duda que Cristina concluya normalmente su mandato? ¿Tampoco recuerda amigo lector la nota de Claudio Escribano, jefe de redacción de La Nación, a poco de asumir Néstor Krchner, donde advertía que ese gobierno “no iba a durar más de seis meses”?. ¿Tiene presente las recientes interferencias en las comunicaciones del helicóptero presidencial con insultos, amenazas y marchas militares, exhortando a matar a la presidenta de la República? ¿Y las declaraciones del presidente de la Sociedad Rural instando al descabezamiento del gobernador bonaerense Daniel Scioli por su supuesta ineficiencia en materia de seguridad ?

A veces, para entender el desenfado de los bufones del imperio cuando vaticinan la caída de gobiernos elegidos por el voto popular conviene leer a los llamados grandes medios internacionales, donde las cosas se dicen sin reparar en modales diplomáticos. Uno de esos medios, la revista inglesa The Economist, –frecuentada por los más destacados analistas nativos en temas económicos y políticos —acaba de lanzar al mercado su anuario 2010 con vaticinos que ponen al desnudo las intenciones golpistas de las corporaciones. Por ejemplo, advierte que Cristina “está en peligro de perder su empleo antes de que finalice su mandato en 2011” Según la publicación –propiedad de la familia Rotschild y del diario de negocios (turbios) Financial Times, esto ocurrirá porque “la oposición controla el Congreso y la lealtad dentro del partido peronista declina”. Jugado a la desestabilización, la revista define dos riesgos. Uno “externo de protestas políticas paralizantes” y otro “de una nueva crisis económica de cosecha propia”. El plan está a la vista y su ejecución en marcha. Los “críticos” del oficialismo –que no son los hijos del pueblo sino los hijos de Braden — consideran que hay que impedir que el modelo en marcha se afirme y siga produciendo hechos como la sanción de la ley de medios que le pone límites al poder mediático de los alcahuetes criollos que adhieren a la bajada de línea del Financian Times y The Economist. Perón los pescó al vuelo y los definió con absoluta transparencia, Estos gestores de las políticas del imperio y sus panegiristas locales son “unos hijos de puta…”

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