SE EXTINGUEN MILES DE LENGUAS

En 1992, algunos lingüistas predijeron que en EL 2100 habrían desaparecido el 90 % de las lenguas del mundo, y todavía muchos temen que no se esté haciendo lo suficiente por proteger nuestros idiomas.

«La mayoría de la gente no está interesada por la muerte de las lenguas»
, dice el filólogo francés Claude Hagege. «Si no tenemos cuidado con la manera en que está progresando el inglés, este idioma podría acabar matando la mayoría de las demás lenguas», asegura.

Según Ethnologue, una organización estadounidense que elaboró una base de datos sobre las lenguas del mundo, 473 están clasificadas actualmente como en peligro de desaparecer.

Entre ellas, la de los Apaches Lipan de EE. UU. —que hablan dos personas— o el Bikya, que sólo habla una persona, en Camerún.

Menos aislados
El 94 % de la población mundial habla sólo un 6 % de todos los idiomas existentes. El más hablado, por población, es el mandarín (845 millones), seguido del español (329) y el inglés (328), pero hay 133 lenguas que sólo las hablan 10 personas o menos en todo el mundo, según Ethnologue.

Cada vez es más frecuente que pequeñas comunidades salgan de su aislamiento para buscar la interacción con otras partes del mundo. La reducción del número de idiomas podría ser una consecuencia de ello, pero ¿por qué habría que luchar para evitarlo?

«En esencia, (si no lo hacemos) perderíamos un gran patrimonio cultural, la manera de expresar nuestras relaciones con la naturaleza, con el mundo y con nosotros mismos», dice Hagege, para quien los idiomas no son sólo una colección de palabras.

Son un organismo vivo, explica, que acaban definiendo una cultura. Por eso, cuando una lengua se extingue, la cultura en la que ha vivido se pierde también.

Aunque como plantea el periodista de la BBC Tom Colls, otra cuestión es si es realista pedir a pequeñas comunidades que mantengan su cultura en un planeta cada vez más globalizado.

Como explica Salikoko Mufwene, profesor de la Universidad de Chicago (EE. UU.), es natural que, conforme cambian las culturas, los grupos adapten el uso de su lenguaje. Por eso, pedir que retengan su idioma cuando ya no lo utilizan sólo estaría beneficiando a los académicos y estudiosos de las palabras.

Cada vez más sociedades empiezan a renunciar a su idioma por otros que consideran más provechosos, como el inglés, ya que piensan que sus hijos no lograrán el éxito profesional si hablan en sus lenguas tribales.

Sin embargo, Paul Lewis, de Ehtnologue, cree que si la gente empieza a pensar que sus idiomas no son útiles, entonces verán como inútil también su identidad.

Esto conduce a la depresión, al suicidio y al uso de drogas, dice. Y si los padres dejan de transmitir su lengua a los hijos, entonces acabarán rompiéndose la conexión entre nietos y abuelos y los valores tradicionales de una cultura.

No es tarde
No obstante, quizás no sea demasiado tarde para aquellos que quieren garantizar la supervivencia de las lenguas minoritarias. Como ocurrió con el galés en Reino Unido, un lenguaje puede resucitar con el esfuerzo de la comunidad.

El hebreo, como dice Claude Hagege, era una lengua muerta a comienzos del siglo XIX, pero ahora es de uso común entre los judíos.

Aunque no es tan fácil para otras lenguas diezmadas que no cuentan con tantos defensores.

«Por un lado, las comunidades más pobres, débiles y pequeñas están intentando llamar la atención sobre el problema; por otro, las grandes sociedades no tienen ni idea de ello», lamenta Paul Lewis.

«Pero igual que gastamos una enorme cantidad de dinero en preservar edificios, porque son parte de nuestro patrimonio, estas lenguas y culturas también se merecen ser conservadas».


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