LA HORA DEL REJUNTE

En el peronismo disidente (ese manotazo de ahogado que inventó  Eduardo Duhalde  para mantener un rinconcito de poder), se despidieron (o los despidieron) dos diputados nacionales, los bonaerenses Julio Ledesma y Patricia Gardella. Quienes anunciaron su alejamiento del bloque de Francisco de Narváez “cansandos de que nos ningunearan”. Al mismo tiempo  se acercaron a las filas del kirchnerismo tanto, que acaban de votar  con el Frente para la Victoria a favor del presupuesto 2010.

“Es hora de que me ponga los pantalones largos y que empiece a fijar posiciones en el Congreso, que no lo he podido hacer  ahora porque el representante de nuestro bloque era el mudo Francisco de Narváez”,
dijo Ledesma a la prensa. ¿Quien es Julio Ledesma,  que se compromete  a ponerse los pantalones largos?. Kirchner lo conoce bien e incluso lo tuvo como asesor ad honorem. Desde la poderosa estructura del sindicato de Empleados de comercio de la zona Oeste del gran Buenos Aires.  Ledesma le ofreció al Kirchner candidato,  la posibilidad de “pasearlo” por un territorio clave a la hora de cosechar votos: el cinturón bonaerense,  en especial esa joya de la corona electoral peronista que es La Matanza, con más de dos millones de habitantes y una fuerte inclusión del aparato partidario.

Sin embargo, los avatares de esa enfermedad crónica de la política argentina llamada “internismo”, en el 2005 a Ledesma se le ocurrió  disputar candidatura con otro peso pesado del PJ: Alberto Balestrini, actual vicegobernador de la provincia de Buenos Aires y una de las principales espadas del PJ  a nivel nacional. En ese contexto la relación Kirchner-Ledesma se fracturó por la negativa del ex presidente a permitir la confección de una “colectora”, esas ramificaciones electorales que negocian los partidos invocando a la lucha por la unidad en la diversidad, pero que muchas veces terminan siendo  una confrontación entre pares.

Kirchner no estuvo de acuerdo en habilitar la colectora que pedía Ledesma y mucho menos enfrentar a Balestrin
i, y eso lo alejó del embrionario Frente para la Victoria, la herramienta que llevaría al Pingüino a la Casa Rosada. Ledesma fue y vino del kirchnerismo, un  típico  ir y venir  de aquellos  dirigentes que son firmes en sus vacilaciones con tal de asumir aunque más no sea una cuotita de poder.

Por su parte, el estanciero de la Pampa Húmeda e hijo putativo de la alicaída mesa de Enlace (¿existe todavía?), Felipe Solá, dejó de lado las dudas existenciales y reconoció antes sus colaboradores que en materia de candidaturas, Francisco De Narváez es su adversario más peligroso, con posibilidades reales de respaldar la aspiración presidencial de su socio Mauricio Macri, razón por la cual decidió romper la relación hilvanada  con el empresario colombiano animada por el único propósito  de vencer a Kirchner en las elecciones del 28 de junio. Lo que se dice minga de unidad programática, de principios, de coincidencias  en el plano de los principios; sólo una miserable maniobra electoral.

Pero por aquello de que  quien las hace las paga , en el Día de la Lealtad Solá se quedó más  solo que Adán en el Día de la madre. Fracasó en su intento de contar con la participación  de Carlos  Reutemann en el acto organizado por su fracción en conmemoración de una fecha  sagrada para el PJ, y asimismo  en el intento de convencer a Antonio Cafiero para que no concurra al organizado por Cristina en un teatro de La Plata.  Fuentes muy cercanas al entorno de Cafiero aseguran que   cuando el representante de los disidentes trató de convencerlo con todo tipo de argumentos, incluido el hecho de que el ex gobernador de Santa Fe no pensaba concurrir a ningún  acto, al igual que Eduardo Duhalde, Cafiero  respondió: “Jamas saqué los pies del plato, más allá de algunos tropezones propios de las internas partidarias. Además, nunca participé de maniobras destinadas a desestabilizar a un gobierno peronista, y no lo voy a hacer ahora sacando las patas de la fuente peronista”.

Duhalde mira de reojo esta realidad que de hecho lo deja de  lado. Lo menos que está es desconcertado. No tiene a su lado un “cuadro”  al que promover a candidaturas de fuste.  En algunos casos esos personajes le dan la espalda. Tal vez por eso terminó por proponerse él mismo como posible candidato presidencial. Por lo que se ve, nadie aplaudió semejante dislate, salvo Luisito Barrionuevo. Se sabe que no lo llamaron por teléfono  para felicitarlo por la ocurrencia… Los más exagerados aseguran que ni siquiera Chiche Duhalde tuvo en cuenta el arrebato de liderazgo que lo anima. Al ex presidente no se le puede negar experiencia política, en especial a la hora de armar frentes o convergencias. Y lo que está viendo en estos días es que, en el revoltijo de la disidencia, hay más caciques que indios.. Lo que ve Duhalde es que va a ser difícil armar una alianza opositora con eje en el peronismo porque Solá, De Narváez, Macri, Reutemann y Das Neves  tienen proyectos propios, difíciles de amalgamar con vistas al próximo proceso electoral.

Kirchner advirtió en las últimas horas que van a arreciar los ataques al gobierno desde la vereda de la derecha, con el propósito de  “embarrar la cancha”. La  oposición no tiene un proyecto alternativo y recurre a la calumnia, respaldada por el aparato mediático convertido en oráculo ideológico de los opositores de todo pelaje.  En realidad ésta pareciera ser la hora del rejunte opositor antes que la de la elaboración de un proyecto superador. Lo que sigue  en juego es la confrontación entre dos modelos, el que pilotea Cristina, de crecimiento y redistribución de la riqueza  y el de los mandarines  de  la derecha. Si el kirchnerismo pretende consolidar su poder -un tanto vapuleado por errores propios e intrigas ajenas- , tendrá que estar atento a las exigencias de  los sectores populares, en primer lugar de los movimientos sociales donde lamentablemente, todavía  habitan el desempleo y el salario confiscado.  

Luis Tino Sicilia
El Libertador en Línea

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