ARISTÓTELES Y BIOLCATTI

A su vez, Cicerón escribió que el Estado es “cosa del pueblo” y que el pueblo no es una mera aglomeración de hombres, sino una “reunión de gente asociada por acuerdo mutuo para observar la justicia y por comunidad de intereses” (De la República, I, 25, 39). En esta definición se evidencian tres ideas fuerza para sustentar el concepto de Estado: su pueblo, su territorio y la soberanía o poder preponderante que tiene esa asociación.

Esto viene a cuento por las declaraciones del mediático Hugo Biolcatti, presidente de la Sociedad Rural Argentina, con motivo de la reciente inauguración de la exposición/feria en Palermo, cuando definió al Estado como un predador insaciable y que el campo estaba cansado de cubrir la ineficiencia y las políticas equivocadas del gobierno. Declaraciones que fueron repetidas, analizadas y difundidas por la mayoría de los “opinadores” de los medios de comunicación nacionales y provinciales, además de ser materia esencial de las declaraciones de casi todos los dirigentes de la oposición.

Desde hace muchos siglos, los pueblos se vieron en la necesidad de organizarse como Estado
, es decir, como una unidad política y territorial que funciona de acuerdo con la ley, a través de un gobierno que tiene la representatividad popular e investido de un poder coercitivo para mantener a la comunidad precisamente demarcada en un orden social. Esto es así, mal que le pese a Biolcatti y compañía.

Además, el ruralista y los suyos han expresado delante de cuanto micrófono se les puso a tiro que el campo es la patria. Patria, en el diccionario, es “el lugar en que una persona ha nacido o del que posee la nacionalidad”. Una definición elemental que los ruralistas, al decir que son la patria (una expresión muy usada por cuanto golpe militar usurpó el poder en estos campos), nos están diciendo que ellos son la Argentina.

Otra perlita invalorable del discurso rural es que el Estado despilfarra en cubrir la ineficiencia y en políticas equivocadas porque financia a productores que ellos desconocen –no viven en los caminos que van a sus estancias, ni en la Recoleta, ni son socios de la Rural ni del Jockey Club-. Despilfarra cuando invierte en educación, en salud, en infraestructura urbana, en caminos y puentes, en viviendas, en agua potable y saneamiento ambiental, en alimentar a los desposeídos, en becar a los estudiantes pobres, en pagar buenos salarios a los científicos, en financiar microemprendimientos y sostener a la pequeña y mediana industria, en otorgar jubilación a los marginados del sistema, en subsidiar productos de la canasta popular, en pensionar a discapacitados y a madres solas jefas de hogar, en recuperar empresas estratégicas, en defender las reservas nacionales de la voracidad internacional, en subsidiar a trabajadores desocupados, en priorizar el desarrollo del mercado interno, etc. etc.

¿Y por qué consideran que esto es despilfarro? Pues, porque para Biolcatti y sus amigos los argentinos que reciben estos beneficios sencillamente no son la Patria.

Finalmente, se me ocurre una última pregunta: Si Aristóteles viviera, ¿cómo calificaría a estos señores?

Silvia L. Torres
El Libertador en Línea

Enlace permanente a este artículo: http://ellibertadorenlinea.com.ar/2009/08/10/aristoteles-y-biolcatti/